12.26.2010

Capítulo 7-parte 2-

La voz de Margaret se escuchaba entrecortada; al principio yo no sabía si era por una falla de la maldita señal del celular, después comprendí que ella estaba sollozando nerviosamente. Solo alcanzó a decirme el lugar donde se encontraba y que necesitaba de mi ayuda pues unos policías la querían remitir al Ministerio Público. Conociendo este último dato, junte todo el dinero en efectivo que tenía disponible, unos diez mil pesos. No contaba con más en ese momento; ya había tenido demasiados gastos.

Era de madrugada y pude llegar relativamente rápido al lugar de los hechos. Pronto me dí cuenta de la situación, pues varios autos dañados se encontraban a la orilla de la avenida, junto a ellos había unas tres patrullas y una ambulancia. Al bajar de mi coche percibí el olor a humo y a llanta quemada -el "olor" a desconcierto y a desgracia-. Y al acercarme más, pude ver la magnitud de los daños en los vehículos involucrados, había sido un muy buen putazo.¿Donde estaría Margaret? Me asomé al interior de las patrullas y no la vi. Después, algo-un sentimiento de preocupación de esos que estrujan el alma- me hizo voltear hacía la ambulancia. Ahí estaba ella con el rostro algo hinchado por el golpe y con una herida en la frente que iba a necesitar sutura. Al acercarme y abrazarla su llanto fue inminente. Se había dado bastante duro contra el volante, en pleno rostro, pero por lo demás parecía estar bien. No quiso darme mayores explicaciones. Yo en ese momento no las necesitaba, me bastaba con ver que ella estaba relativamente a salvo, más si se toma en cuenta como había quedado el coche que manejaba: con la parte de enfrente deformada como si estuviera hecha de vil aluminio, doblada con aparente fácilidad como si el cofre estuviera hueco y no tuviera un solido motor dentro.

Rápidamente los policías me pusieron al tanto de la situación. Me dijeron que Margaret había sido la principal responsable al conducir imprudentemente y en evidente estado de ebriedad e impactar un vehículo que a su vez se proyectó contra otro, en una carambola. Me hablaron del costos de los daños a los demás coches, de los daños a un poste, de la falta de seguro por parte de Margaret. Y que después de llevarla al hospital para que le cerraran la herida en la frente con unas puntadas, no tendrían problema en remitirla al Ministerio Público. La única buena noticia de esta situación: los demás involucrados no tenían lesiones graves; pero estaban enfurecidos y clamaban por justicia. Los mismos policías me dieron la pauta a seguir: aparentemente Margaret les había prometido una jugosa mordida a cambio de que la dejaran libre y que reportaran que se había dado a la fuga. El problema, de acuerdo a los agentes, era que ya se habían etrometido otros patrulleros y estos querían su tajada también. Por otro lado, los afectados estaban desesperados, empezaban a sospechar y querían acudir de inmediato a rendir su declaración, aconsejados por sus respectivos seguros; las grúas ya estaban en el lugar listas para trasladar a los autos al mentado M.P. Calculé que intentar llegar a un acuerdo en ese momento y pagar los daños a los otros saldría bastante caro. Acudir al Ministerio Público tampoco parecía ser tan buena opción tomando en cuenta la clara responsabilidad de Margaret en los hechos. Así que lo mejor era intentar convencer a los policías de que nos dejaran "fugarnos". Pero no involucrar a "todos" los policías en este trato; el dinero no me iba a alcanzar.

Hablé con los primeros patrulleros que llegaron al lugar del accidente, los mismos que me informaron la cuestión, y a los que Margaret había intentado convencer; traté de ser todo lo negociador que pude, pero veían difícil llegar a un acuerdo donde todos los polis estuvieran satisfechos. Margaret también intentó ser todo lo seductora y convincente que podía mientras le sangraba la frente y se sentía dolorida. Todo argumento parecía ser en balde, ni las promesas de dinero ni las invitaciones al putero donde chambeaba la Marga parecían tentarlos. Se estaban poniendo difíciles. Y el tiempo no jugaba a nuestro favor, las grúas solo esperaban la indicación de los agentes para arrastrar los autos.

Magaret me dijo que ni el patrón ni nadie del medio debía enterarse de los sucedido. Que estaba en riesgo su trabajo. Entonces se me ocurrió una tontería, una argucia que podía funcionar al calor del momento. Tanto estudiar al Morales me había dejado algo claro, su nombre era una especie de salvoconducto en algunos sectores policiales. Decidí jugar esa carta. Les mencioné al Morales y al comandante que colaboraba con el, solté nombres al por mayor, juré que el Morales, el comandante y yo, eramos muy amigos, y para asegurar la mentira les cité lugares, situaciones, fechas, más nombres. Algo de lo que dije pareció hacer click en uno de los oficiales.

-¿Entons tu conoces al Mazacote?

-Te digo que es cuatito del Morales, y del comandante; si quieres le hablo ahorita...

-No, pus perate, como lo vas a despertar...

-Los dos agentes se alejaron un poco de la ambulancia e hicieron una especie de teamback deliberando la nueva situación. Regresaron con un aire de complicidad.

-Mira, lo que podemos hacer, es que, vamos a hacerles a todos la finta de que vamos al M.P.; hasta a nuestros mismos compañeros. Y en el camino a ver si los podemos perder. Pero ustedes dos tienen que ir con nosotros. Y pus dejarnos la lana; y además, si te vamos a pedir que nos hagas un paro con el Mazacote, que nos recomiendes, pa que nos mueva a su unidad. Pero tienes que asegurarme que si nos vas a echar la mano con el jefe...

-Les aseguro que mañana mismo lo voy a ver y le hablo muy bien de ustedes dos; les digo lo buenas personas que se portaron con nosotros; nada más denme sus nombres completos y sus teléfonos.

Los oficiales sonrieron y se apresuraron a darme sus datos; luego hablaron con sus compañeros y estos les dieron la indicación a todos los involucrados de que nos dirigiéramos a la delegación. Yo moví mi coche a una calle cercana donde lo dejé estacionado, y me subí a la patrulla junto a Margaret, quien hacia presión sobre su frente con una gaza.
Tal como lo habían planteado los policías, pudimos desviarnos del grupo en alguna calle oscura donde nos estacionamos.

-Entonces en lo que quedamos. Aquí los vamos a dejar.

-Entonces quedamos en cinco mil ¿verdad?

-¿Que paso?, dejenos los diez que nos dijo que tenía.

-Veanse cuates, ya ven que el Mazacote es bien fijado, cuando estén trabajando con el, el les sabrá corresponder...
Los policías se quedaron impasibles unos momentos; por fin el más veterano y gordo habló.

-Dame siete, bajense en chinga, y acuerdate de decirle todo al Mazacote. Tiene que ser seguro; sino vamos a buscar a tu vieja al putero donde trabaja y les armamos un pancho.

Les dí siete mil pesos, las gracias, y les aseguré que no habría problemas con el tal Mazacote.
Ya libres, pudimos conseguir un taxi que nos llevó hasta donde estaba mi auto; de ahí nos largamos a una clínica particular cerca de la Villa-de Guadalupe-, donde nunca había problemas en que te atendieran en situaciones como esta, a la hora que fuera. Le dieron algunas puntadas a Margaret, quién se veía muy molesta por la herida. "¡Que pendeja, que pendeja!" se repetía sabedora de que vive de su físico, y una parte importante de este, aunque no lo pareciera, era su carita de muñeca, ahora un poco maltrecha.

12.07.2010

Capítulo 7-parte 1-Cada vez me convencía más de que nuestra decisión fue la correcta.

Cada vez me convencía más de que nuestra decisión fue la correcta. ¿Como íbamos a disparar así nomas a lo pendejo? Y creer que no nos iban a pescar rápidamente.
Seguí investigado al Morales y a su sequito por otras vías; y su influencia era francamente apabullante. Digamos que, el funcionaba como un nexo entre empresarios, negocios poco claros, crímenes, corrupción, y altas esferas; el les hacía el trabajo sucio; era como el "gerente" de sus negocios más chuecos y deshonrosos. Medité acerca de las funciones del Morales, y tenia mucho sentido que su perfil fuera el de un psicópata, bi-polar y amoral. Estaba que ni mandado a hacer para representar eficientemente dicho papel en esta jungla de "salvese quién pueda" en que se había convertido paulatinamente la ciudad -y el país-. Como decía el Patrón, ya no había reglas, solo simulación y traiciones. La gente seguía al Morales, como si fueran patitos, por que era el más loco y atrabancado hijo de puta con entrenamiento militar. Habíamos regresado a un periodo muy básico de terror y miedo. Y en dicha era, el era un nuevo rey tuerto, apadrinado por sus amiguitos políticos y empresarios-las dos cosas a la vez-. Y simultáneamente, nos decían por la tele, que estaban acabando con amenazas como esta. Negocio redondo.

Al rendirle informes al patrón lo notaba hastiado del asunto. Sin embargo seguía financiandome convencido de que mis servicios eran efectivos; y lo mejor, seguía dandome "carta blanca" con Margaret, y con el acceso al bar del putero. Una vez el Patrón me confesó: "Lo que no me van a poder quitar es a las putas; si hasta ellos mismos-el enemigo- se sirven -de ellas-. Imagínate si le hubiese hecho caso a mi esposa de dejar ese negocio. No, si es un business que tiene sus riesgos como todos los buenos business, pero no te deja colgado, es dinero contante y sonante; y lo mejor, te trae influencias. No te puedo decir exactamente que magia tienen las putas, que así como las ves insignificantes, pinches, o conformandose con miserias, jalan a la gente de poder, a los influyentes. Y ya vez; me han salido más leales que los transportistas y los disque amigos políticos que ya voltean bandera a las primeras de cambio".

Rara vez el Patrón se acercaba a sus puteros; para llevar esos negocios tenía a sus representantes. Lo que si lo vi hacer en varias ocasiones era organizar fiestas con invitados muy especiales a los que agasajaba como reyes, rodeados de obras de arte, de viandas y licores de todo tipo, y sobre todo con las putas "estrellas" de sus negocios. Y ahí ni su esposa decía nada. Pues sus amistades salían felices, y su influencia se mantenía con detalles como ese. Nunca me invitó a departir; pero si a servir como seguridad. Al final de sus bacanales nos regalaba algunas botellas y comida. Y todos felices. Por supuesto que veía a Margaret en la casa del patrón en esas ocasiones. Era como si fuera otra; elegante, rodeada de atención, radiante.

Durante unas semanas solamente me estuve haciendo pendejo; esperando a que las cosas se dieran como yo lo creía; y que el Patrón un día me avisaría que ya no necesitaba de mis servicios y me daría chance de regresar con mi trailer a rifarmela como siempre. Pero sospechosamente parecía que al Patrón le convenía tenerme de su oreja un rato. Me daba encarguitos insignificantes, en los que necesitaba a una persona de confianza. Poco a poco me estaba transformando en un gato más. Y los asaltos y los abusos eran la penosa rutina de un trabajo que se seguía cumpliendo; finalmente las cosas tienen que llegar a su lugar de destino por la carretera, indefectiblemente.

En más de una semana no supe nada de Margaret, no contestaba mis llamadas, y en el putero me daban evasivas; realmente me estaba empezando a preocupar, cuando una noche la misma Margaret se comunicó conmigo algo conmocionada.

11.26.2010

Capítulo 6-parte 5-.

Bueno Jacinto. Ya viste como están las cosas. Lo más conveniente es que nos larguemos de aquí. ¿Te quieres vengar del Morales y sus perros? Entonces tenemos que ser un poco más astutos; menos burdos.

Jacinto me veía con cierta incredulidad; como si yo estuviera bromeando.

-No mames Poncho, ya estamos aquí...
-Mira; agachete, y guarda esa pistola. Ahorita que venga el Morales te darás cuenta que hay mucha gente esperando en sus camionetas. Trae mucha escolta como para andar en la ciudad como si nada. Todos tiene pinta de ser militares; esa pinche pinta no te la quitas ni con aguarrás. Entre esos pelados esta su lugarteniente; su mero brazo derecho, que no lo deja solo ni de día ni de noche; te digo que es seguro que sea ex-militar también; alguien como el Morales que estuvo en el ejercito no dejaría que otra persona lo cuidara. Y es seguro que, sea quién sea ese cabrón,el lugarteniente, podemos saber de que antigüedad es; de que generación para que me entiendas....

-Ya te afectó tanta pinche droga Poncho.
-Deja te explico: lo bueno de los militares es que pasaron por el cuartel, y es fácil enterarse de donde son, como les decían, como fueron en el activo, y lo mejor: con quién se juntaban. Y de ahí, pues saber como llegarles de frente y hablando.

Jacinto seguía mirándome como se le ve a un soldado que se acobarda en plena misión.

-Mira, de verdad que cuando yo digo que voy a cumplir algo, pues lo cumplo; básicamente por que me valen madre las consecuencias; pero eso es cosa mía. No me estoy echando pa atrás. De verdad que hasta ahorita pude ver el paisaje completo: estoy muy seguro de que estamos en el bando equivocado; que el patrón quiera o no tendrá que ceder, ya el asedió es muy fuerte, y el viejo ya esta cansado de tanto golpeteo; muy cansado y muy afectado aunque no lo quiera reconocer. Hasta el sabe, a estas alturas, que necesita pactar. Es cuestión de tiempo. Ellos van a cerrar sus tratos y nosotros a la chingada como siempre; va ser en balde tronarnos a ese canijo ahorita. De verdad que no es el momento; todavía no le llega su hora. Es más, estoy seguro que el mismísimo Patrón o cualquiera del medio nos entregaría en charola de plata en cuanto estén buscando a los que se tronaron al Morales. Entiendeme que tenemos que ser un poquito más astutos ante los hechos, mas racionales.

-¿Como estas tan seguro de que el patrón va a pactar?
-No estoy seguro; pero las señales son muchas...es más, si ahorita le preguntáramos al Morales nos lo confirmaría.
-A ver, preguntale.
-No es lo más razonable morro; mejor le preguntamos a alguien de su circulo. El pedo es político; y ya sabemos que los políticos pactan; pero antes asedian, joden pues, para dejar en claro su posición y sacar el mejor trato. Todo son negocios; nosotros solo somos peones, los que hacen el trabajo sucio. Pero hay que salirnos del huacal un poquito,¿no?, para variar. Mira, si quieres le disparamos ahorita que llegue; pero seamos honestos, no nos conviene estar a salto de mata en estos días...

-OK, creo que tienes razón...

Cuando bajamos del edificio noté mucha mayor vigilancia por parte de la policía en los alrededores; también noté que el transito en la avenida más cercana era bastante nutrido y lento. Sin duda habíamos tomado la mejor decisión. Salir de esa trampa mortal iba a ser la verdadera tarea difícil. Algo no estaba bien ese día. Había un aire enrarecido. Como dije, todavía no era la hora para el Morales.

Ya en el coche Jacintó se sinceró:

-Estabamos ofuscados; bueno, yo estoy muy emputado, con mucho coraje hacia ese güey...pero creo que lo mejor es calmarnos un poquito, ¿no?
-Simón.Vamos a calmarnos un poco, y a pensar cuál es la mejor forma de resolver esto; no aventarnos solitos al hoyo y que nos cargue la chingada; no entregarnos tan fácilmente. Vamos a averiguar más de como están organizados estos vatos; ya no guiarnos solo por suposiciones. Tenemos que ir a la fuente de alguna forma. Ya vimos que tiene a muchos policías cuidándole los negocitos. Eso nos habla de que efectivamente el pedo es desde arriba, desde algún politiquillo que protege al Morales. No nada más son esbirros pagados. Acuérdate que te conté que el Morales antes era brazo armado y guarurá de un empresario. Y miralo ahorita; ahora es el, el que parece un empresario hecho y derecho; ya se mueve en otras esferas, más refinadas, mas de cuello blanco. Hay que ver quien lo protege. Y ver que tan pesado esta en la realidad, fuera de lo que se cuenta en la calle. Quién es el Morales ahorita-no fiarnos nada más de su pasado-. O quienes son ahora sus socios. ¿Por que, de pinche huelepedos y sicario, pasó a secretario- casi socio? ¿Que favores le deben a esta fichita?

11.09.2010

Capítulo 6-parte 4-.

¿Que horas son Jacinto?
-Las ocho y veintiséis de la mañana.
-Mira vato, podemos subir ahorita, pero puede que alguna vieja chismosa nos vea mientras tiende la ropa. Pero podemos arriesgarnos, aprovechar que todavía a estas horas esas pinches gallinas viejas están echando la hueva, y agazaparnos en los tinacos por si alguien se acerca.

-Vamos a arriesgarnos pinche Poncho.

-Ta bueno; entonces páseme la bolsita de coca que te encargué.

Jacinto me dio una pequeña bolsa, esta traía estampada una carita feliz amarilla, señal de que se trataba de la droga y del dealer acostumbrado. Puse un poco del polvo en el cuenco que se forma en el dorso de mi mano entre el dedo pulgar y el indice, en ese huequito cabe una buena cantidad de coca. La puse ahí como un profesional-no en balde llevaba ya dos meses metiéndome coca a diario- y la aspiré con vigor, de manera muy natural. Le dí la "bolsita sonriente" a Jacinto, quién vació el resto de la droga en una tarjeta telefónica y la aspiro rápidamente. Revisé mis fosas nasales en el retrovisor, y me sorprendió ver que, a pesar de la tremenda linea que me había metido no hubiera rastros del polvo blanco en mis narices-casi sin vellos-; sorprendido también por que me esmeré más en el acto de rasurarme ese día; también la pinche Margara me había cambiado los hábitos. No más lobo estepario en las carreteras, cabrón.

Lo limpie todo. Con la pura nariz. Se me antojó un porro,como para equilibrar; pero no había tiempo, puesto que teníamos que actuar rápido.

-¿Traes más Jacinto?
-Otra bolsita más.
-Traetela y vamos a subir, tu sigueme tranquilo, como si fueras a la chamba en la mañana, con toda la hueva del mundo, pero dispuesto a chambear; ya que-le vas a hacer-.
-Ya vas.

Salí del auto, ni siquiera le puse seguro a la puerta. Por experiencia-a balazos- sabía que las puertas debían ser fácilmente abiertas en caso de huida, o para resguardarse. Ahora ya estaba eufórico con la coca, así es este polvito: te sube cabrón al principio, por eso parece ser "la pura verdad". Por eso la gente se mata por esta chingadera; te sientes "la mamá de Tarzán", y te truena el coco bien chido. Aquí en mi León Guanajuato... ¡la vida no vale nada!

Subimos por los pisos del edificio sin ningún problema, ni un alma se nos cruzó. La puerta -que da a la azotea- estaba cerrada con la ayuda de un alambre que yo mismo puse, y que la gente seguía utilizando con el fin de que esta permaneciera cerrada. Las personas son tan crédulas y tan borregas a veces.

Arriba la vista era estupenda.

-No mames Poncho, se ve todo muy claro y muy cercano desde aquí, que buen lugar encontraste.
-Fue pura suerte.
-Podría aventar una piedra y daría al parque de enfrente sin problemas.
-Imagínate una bala compa. Ahora agachese y no haga sombra. Ahorita esta saliendo el sol y se ve muy chingón, y todo parece nuevo, un nuevo día lleno de promesas...y es cuando hay que agarrar a la gente en la pendeja.
-No mames.
-Cabrón, es en serio. No mas preparese, prepare su pinchi coraje y su frustración, pero sea pensante, objetivo. Yo voy a hacer este trabajo con este riflito.
-¡Cabrón!
-Simón carnal, wacha este cañon.

Abrí el estuche como había practicado tantas veces; sintiéndome casi casi un héroe de acción, un Chuck Norris, o ya de perdida un Steven Seagal. La armé en chinga, sorprendido ahora por la familiaridad y el magnetismo natural que parecía tener yo con las armas; las de precisión sobre todo. La cargué con refulgentes balas doradas, fabricación del ejercito gringo; y todavía me dí el lujo de montar la base-o tripie- sobre el borde de una pared de ladrillos desgastados.

-Ahora, así, igual en cuclillas; agachadito puto, wacha, hechame aguas, que no venga nadie por esa puerta por que si no lo tendremos que matar. Y pude ser una seño, como su jefa, o un pinchi niño metiche.Y lo vas a tener que matar tu con la pistola que te dí. Por que yo no puedo mover el cañon-el rifle-, por que voy sobre el pinche Morales, y no puedo distraerme. Kill is serious bussiness.
-Ta bueno pues pinche Poncho "pocho".
-No soy pocho, ¿sabes lo que es un "pocho"?....y voy a prender un churrito vato ; por que todavía le cuelga, faltan unos veinte minutos a que venga su padrino, el culero ese.
-No mame, padrino de mole de su abuela es ese guey.
Le dí una fuerte aspirada al churro de mota que había encendido, y que ahora humeaba entre mis dedos. Preguntándome de donde me venía esa confianza estúpida que me hacía comportarme tan "casualmente". ¿Sería que ya había estado ahí muchas veces, ya estaba familiarizado? Sabía que muy bien podía entrar una señora a esa hora, y que bien pudiera vernos y oler lo que fumábamos. Pero también sabia que era una especie de "volado", por que a veces pasaban horas sin que nadie se apareciera cerca de esos abandonados tinacos.

-Oiga Poncho, ¿venimos a trabajar o hechar desmadre drogandonos en una azotea.
-Ja ja. Asi esta bueno, que los patos le tiren a las escopetas. ¿Y que tal si estoy haciendo las dos cosas?, ¿o solo una?, ¿Que tal si una lleva a la otra?
-De que chingados habla, concéntrese hombre, que nos vamos a reventar a un cabrón.
-Ja jaja. No mames guey; si suenas como un Che Guevara cualquiera: "dispare soldado que va matar a un hombre"...

En eso el ruido de unos pasos a través de las escaleras que daban a la azotea se hacían inminentemente más cercanos. Apenas pude apagar lo que quedaba del churro de mariguana con algo de saliva, cuando claramente vi, con la luz de esa mañana, a una señora, venerable anciana, que nos veía con curiosidad. Una persona de carne y hueso-no solo un blanco, algo a eliminar-; y que ahora el destino nos llevaba a tener que eliminar también, consecuentemente...o convencer. La habíamos atraído nosotros, con nuestro pinche ruido. Por que vino directo hacía donde estábamos. No venía a tender ropa o a tomar aire.

-"¿Que hacen aquí?" -preguntó la señora. Jacinto se quedo mudo, sabía que tendría que matarla de ser necesario; y pues el, no era ningún vulgar matón. Era un pinche chamaco casi, de veintitantos años.

-Venimos a checar una fuga de gas señora -dije confiado en mi uniforme que detentaba los logotipos correctos de una compañía de gas.
-¿A que huele?
-Huele mucho a gas señora.- respondí causalmente.
-Ah...bueno....buenos días. -su faz de sospecha cambió a una calmada resolución. La dama otoñal se abrigó, nos mostró su curvada y cansada espalda, y arrastró sus pantuflas sobre el suelo desgastado de la azotea de regreso a su departamento.

No podía creer nuestra suerte. Era una señal, era "doña Epifanía".

Tenía que meterme más coca para celebrar este hecho: esa señora nos estaba dando la señal a seguir; así como los antiguos romanos leían en el vuelo de las aves el destino-los augurios- antes de una batalla.

8.12.2010

Capítulo 6-parte 3-.

Nadie esperaría un movimiento como este. Era una locura. Dos "pelagatos", dos pinches "choferes" de trailers se iban a tronar a el Morales de un solo balazo. Era absurdo; pura justicia poética.

Íbamos en un coche usado,algo traqueteado,pero con un buen motor. Me lo dejaron a buen precio en un municipio cerca de Puebla-la ciudad-,era un vehículo muy común,de ser necesario no habría problema en dejarlo botado por ahí. Lo compré para tal fin semanas antes. Francamente no teníamos un plan. Actuábamos por impulso; ese extraño impulso que te dice que todo va a salir bien.

Llegamos al lugar como a las ocho de la mañana; aún había que esperar un poco antes de las nueve para subir a la azotea del edificio. Hora en que como era su costumbre, el Morales corría alrededor del parque; completamente confiado en que nadie le haría nada. Jacinto se veía un poco más tranquilo; concentrado en la misión.

La gente en la calle tenía mucha prisa, estaban en sus propios asuntos a esa hora de la mañana; así que aproveché para pasarme al asiento trasero del auto y darle una ojeada al fusil, revisar que estuviera en orden. Lo limpié con un paño,sin sacarlo de su estuche,acaricié su cacha con superficie de madera, como acariciando la dulce venganza. El fusil -de buen calibre y con una estupenda mira telescópica- fue el primer gasto fuerte que hice con la lana que me daba el patrón. Era lo primero que necesitaba, puesto que ya tenía dos pistolas. Sabía que la forma de atacar al enemigo era al estilo francotirador, agazapado, casi invisible. Ellos eran un comando, yo sería entonces un molesto insurgente.

Como bien lo había señalado Jacinto,el verdadero problema con esta gente, es que nadie les daba batalla, nadie les reclamaba, solo nos poníamos todos empinados "de a cañón" y esperábamos a que, con suerte, no nos transformáramos en el siguiente en ser cadáver.

2.16.2010

Capitulo 6-parte 2-.

Llegué al cuartucho que recién empezaba a rentar en la colonia Portales–“Mortales”-. No había en el más que una cama, una caja de cartón con algo de mi ropa, y ya varias botellas vacías de Ron, Vodka, Tequila, y Whiskey, alineadas en el suelo como pinos de boliche listos para ser derribados de una chuza. Había estado tomando bastante; este nuevo horario y el dinero en mi bolsillo lo hacían posible. Espiar e investigar es tedioso, pero tiene sus recompensas al final de la jornada.

Bebí un poco de Whiskey y algunas cervezas, y me dispuse a dormir; apagué mi celular, no quería que nadie me interrumpiera, necesitaba descanso. En la tarde había rendido un informe directamente al Patrón, y después invité a Margaret a comer a un bonito restaurant; y luego rápido a un Hotel, porque Marga entra a trabajar a las siete de la noche.

Margaret parecía corresponderme. Esta chica era “ley”. Y la verdad es que rara vez había tenido una novia tan sabrosa y tan alivianada; lástima que fuera puta. Tenía que compartirla con otros; ni modo, no se puede tener todo en la vida. Mientras tomaba algo, me quedé reflexionando sobre nuestra relación. ¿Cuánto duraría? ¿Cuánto podíamos durar así?

Ya estaba yo dormido cuando escuché unos fuertes golpes en la puerta. ¿Qué chingaderas eran esas? Nadie sabía donde vivía yo ahora, a excepción del Patrón, Margaret, y…Jacinto. Y efectivamente era Jacinto. Se veía algo turbado, nervioso.

-¿Qué pasó cabrón? ¿Chocaste o que pedo?
-No Poncho, yo estoy bien.
-¿Entonces qué pasó?
-Disculpa que te moleste a estas horas, es que no sé ni que pedo conmigo... estoy hecho mierda...por una noticia. Mataron a mi mejor amigo, trailero del Patrón también. Lo acaban de asesinar. Lo asaltaron entrando al Estado -de México-. Los mismos pinches ojetes, el Morales y sus culeros.

La voz de Jacinto se quebró; debieron de ser muy buenos amigos. Como pude lo tranquilice. Le ofrecí algo de Whiskey y me serví yo también. No sabía que decir; los dos guardamos silencio por un rato. Brindé por la memoria del compañero caído. Tal como Jacinto, el conductor ultimado era joven, trabajador, eficiente, no se metía con nadie. Dejaba desamparadas a una esposa y a dos niñas.

Noté que Jacinto temblaba de rabia, parecía que en cualquier momento haría añicos el vaso de whiskey apretándolo con su mano.

-Ya cálmate Jacinto…- Jacinto rompió a llorar, luego se levantó bruscamente de la cama -donde estaba sentado- y golpeó la pared con toda su furia.

-Tranquilo cabrón, estas paredes son como de cartón, la vas a romper.
Se serenó un poco, luego se disculpó. Yo seguí bebiendo como si nada; comprendía perfectamente lo que era perder a un amigo, asesinado por canallas. También comprendía que en esas situaciones no se puede decir ninguna palabra que consuele realmente.
Jacinto comenzó a hablar en voz baja, entendiendo que en mi cuartucho a esas horas todo se escuchaba.

-Tenemos que matarlo…tenemos que matar al Morales. Hay que vengar a mi amigo; y a todos los traileros que han asesinado impunemente.
-Cálmate compa; por más de acuerdo que yo este contigo, no podemos matarlo así nada más. Ese güey está muy pesado. No creas, yo también pensé que lo más fácil era dispararle en la cabeza y ya, mientras hace ejercicio, o cuando esté comiendo en la terraza del restaurante que frecuenta, para eso tengo mi rifle con mira; pero no, no es tan fácil. Además, si lo matamos, ¿que resolverías? Nos descubriríamos. Se darían cuenta de inmediato que el motivo fue la venganza; nos “olerían” de inmediato. Con tres preguntas, todos esos perros irían por nuestras cabezas sin pensarlo, ya los conoces.
-Por eso. Lo matamos y nos pelamos, nadie va a saber donde estamos. Nos vamos a un pinche pueblito en Hidalgo, donde tengo una novia. Nadie sabría nada. O nos pelamos hasta Guatemala un rato, y luego a Costa Rica, siempre me has contado que tienes contactos por allá.
-¿Y que resolvemos? En menos de una semana va a haber otro Morales; y van a seguir jodiendo a los transportistas del patrón, hasta que este se retire del negocio y ceda las rutas. Ya sabemos que esa es su tirada. Y nosotros a salto de mata cuidandonos de todo mundo, pues los tentáculos de estos cabrones son largos. Y como las autoridades no nos pelan; pues con eso deducimos hasta que punto están involucrados todos ellos en esto. Tienen toda la maquinaría para ir por nuestras cabezas donde estemos. No saben jugar limpio, ya lo vimos.
-Por eso te digo,agarra la onda Poncho, esta sería como una declaración de principios, un mensaje de “hasta aquí”. ¿O quieres seguir jugando al espía mientras siguen asesinando gente, sin que nadie los detenga? Como dices, trabajan en conjunto con polis y “judas” de los pesados, y por lo mismo no se van a detener ante nada para imponer sus rutas, para ganar terreno; por lo menos en lo que les dura este gobierno. Van a seguir haciendo lo que se les de la gana, con su pinche ley. ¡Yo digo que ya estuvo! Es hora de hacer algo. Jugar con sus mismas reglas sádicas. El viejo “ojo por ojo”. Si por eso hacen lo que hacen, porque creen que sus actos no tienen consecuencias, y que ellos tienen las de ganar siempre. Pinche Poncho, si tu siempre dices que para cabrón, cabrón y medio.

No sé si era por el whiskey, combinado con mi cansancio, o el hecho de que me sentía identificado con Jacinto y su ira contra esos asesinos y ladrones escudados en su ley y en sus instituciones corruptas, podridas, pero todo lo que el decía tenía mucho sentido en esos momentos y a esas horas. Su justificación, su plan de escape, el uso del termino "declaración de principios". Javier podía ser muy elocuente; sin duda era un tipo listo. Incluso el arriesgado movimiento que proponía, contribuiría a mi misión principal: acabar con los abusos a traileros.

-Ya estas vato, ya estas. Hoy mismo, a las diez de la mañana nos quebramos a ese cabrón; como tu dices, para mandar un mensaje, y luego, pues que arda Troya. A mi me vale madre. Brindemos por eso; y ya después déjame dormir unas horitas. Necesito un grapazo para lo de al rato; consíguemelo, ya sabes donde, y te regresas para acá; pero no me despiertes hasta las siete. Toma las llaves; ahí hay varo en la guantera.

-Jacinto vio la hora, acabó su bebida, y se marchó de inmediato a despachar mi orden. Yo me serví otro trago, muy cargado para que me noqueara y pudiera dormir un poco. Estaba resuelto a despacharme al Morales; así, de huevos.