12.04.2008

Capítulo 2 -parte 3-.

Salimos de aquella habitación llena de vasijas, esculturas y figurillas de barro y de piedra-principalmente-, riendo a carcajadas, como si el Patrón y yo fuéramos los grandes amigos. La mirada de la dama con la que estaba platicando unos momentos antes, pareció cobrar un mayor interés en mi. Así que dejé que el Patrón siguiera su camino, y aproveché el regreso para mezclarme gentilmente con el grupo de amigos donde ella se encontraba. Los que estaban ahí, eran gente al servicio del Patrón. Intercambié con ellos algunos puntos de vista, y como que no quiere la cosa, los empecé a ¨sondear¨ acerca de los últimos asaltos a traileros. Ellos no me hablaban de los traileros en si, me hablaban de mercancía, de carga y de dinero. También se referían a los conductores como unas sucias ratas en las que no se podía confiar. Yo no me di por aludido, a pesar que la dama hacía señas para recordarles a los caballeros que yo era trailero. Hecho que por otro lado los señores sabían muy bien. Me disculpé con ellos, tomé de la mano a la mujer, y me la llevé a un lugar más privado. Si todos estaban de fiesta ¿por qué yo no? Ya habría tiempo de seguir preguntando. No olvidé tener siempre una botella de whisky a mi lado durante el resto de la velada.
Después, cuando se hizo tarde, logré sacar un ¨ride ¨a la ciudad de México, con unos amigos que hice. Al salir, casi tuvimos que brincar sobre algunas chicas y chavos borrachos tumbados como bultos a lo largo del pasto del jardín frontal, al lado de frescas manchas de vomito desperdigadas en el inmaculado verde del bien cuidado cesped. Una nena de cabello rubio, con la mirada desorbitada, salió un poco de su marasmo al verme pasar, me tendio la mano para que la levantara, y en cuanto se pudo incorporar apoyada en mi, preguntó: -¿Weeeey donde esta Johnny? -balbuceó tán borracha y confundida como una springbreaker a la que acaban de violar aprovechando su condición-
-¿Quién, Johnnie Walker? Aquí lo traigo. -contesté haciendome el gracioso, pues en ese momento me percaté que la chica no iba sola y su guarura se dirigía hacía nosotros. -here´s Johny! pensé-. La chica lo reconoció, era un guarura bilingüe, pues comprendio de inmediato la petición de su protegida. -Johnny get me out of here!- Exigió como si esa orden en inglés le devolviera de golpe la dignidad perdida. Mi comitiva y yo seguimos nuestro camino riendo del incidente. Definitivamente muchos de estos morros no sabían tomar; pero compensaban esta falta de aptitudes con cuerpos jovenes y resistentes, mañana estarían como si nada. Algunos otros chavos seguían en su fiesta. En otras circunstancias, de buena gana me les habría unido.
Del Patrón ya no supe nada desde la tarde.
Noté que durante toda la noche alguien me miraba insistentemente. Apuestó a que esta persona llevaba mucho mejor la cuenta de lo que bebí en la fiesta que yo mismo. El fisgón, era un tipo alto, moreno, con cara de pocos amigos; pelado a rape para sobrellevar su calvicie. No perdía detalle de lo que yo hacía. Y buen espectaculo habré dado, pues al voltear a ver furtivamente hacía el, se le veia absorto en mis acciones y en mis charlas. Tenía cierto gesto de incredulidad. Suelo tener ese efecto en los demás cuando me ven tomando; digo, para mí la bebida no es solo un hobbie. Ya me tocaría investigar de quién se trataba. Por el momento yo estaba francamente borracho.

Al otro día yo seguía en la peda. No deje de beber, y creo que solo dormí un poco durante el trayecto de Morelos a México. Seguimos el fandango en el departamento de mi nueva amiga. A las ocho de la mañana le pedí prestado su baño para darme un buen regaderazo. Aspiré algo de coca de la buena, y minutos después llegaba a la oficina principal del Patrón para recoger la información que habiamos acordado. La secretaria no esperaba que yo llegara tan temprano y faltaban ciertos datos. No me pareció correcto que la secretaria imprimiera dicha información justo ahí, a la vista de todos. Se supone que esos datos debían ser de lo más confidencial. Pero noté que ella ni siquiera sabía de lo que se trataba; me sentí más tranquilo.

Ví los expedientes de las personas que el Patrón recomendaba para la misión; de inmediato reconocí a dos tipos que en definitiva no eran lo que se entiende como sujetos de fiar. Eran simples lameculos del Patrón; supongo que el creía que eran gente de confianza, pero, entre traileros, esos dos tipos eran lo más bajo que había en el gremio. Simples pulgas chupadoras, sin lealtad, ni muestras de eficiencia. Basura. Algunos otros de los recomendados no me sonaban mucho. Ya comenzaba a darme cuenta que el verdadero problema del Patrón era la gente con la que escogía rodearse.

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