7.05.2011

Capítulo 8-parte1-Que sirvieran de algo los años que pasé tragando mierda.

Manejé por una calle terregosa al norte del Estado de México; por alguna colonia escupida anárquicamente por ahí, a la orilla de la mancha urbana. El camino era irregular y lleno de baches. Una barda indicaba que un conjunto norteño tocaría el día treinta-faltaban cinco días-de ese mes,de Mayo; y también señalaba que se me había acabado el camino y aún no podía dar con el lugar que buscaba,ya, desesperadamente... No quise dar reversa. Me bajé del auto, como para orientarme, aún sabiendo que era una pésima idea exponerse así -como estaban las cosas, donde cualquiera responde a balazo limpio al no reconocer a alguien-. Efectivamente, el lugar se acomodaba bastante para que algún vatillo, que apenas y sabía apuntar, practicara una bonita emboscada. Se suponía, según los datos, que ese era el lugar, la calle Tamarindos.

Nada me indicaba el nombre de la dichosa calle, lo único que podía leer era el enorme logo de la banda norteña y, en pequeño, los nombres de los otros conjuntos que tocarían, coloridas letras amontonados,pintadas-hasta eso con cierto empeño-sobre una barda blanca.

Mi auto quedó en un camino cerrado, rodeado de dos terrenos, cada uno de los cuales estaba ocupados por grandes casas de dos y tres pisos. Dichas construcciones eran solidas, y en ese paraje de casas humildes desperdigadas y calles sin pavimentar, las dos casas a mi lado se erigían como toscos monumentos. Aún así, estas no desentonaban con el lugar, no tenían acabados, lucían poca pintura o de plano ambas presentaban zonas sin pintar, mostrando sin pudor el color gris de los blocks que formaban sus paredes; todo daba la impresión de estar a medio construir, en "obra negra". No se notaba mucho si esas casas estaban habitadas. Miré los agujeros cuadrados -las ventanas- de cada una de esas construcciones, presintiendo que alguien me observaba desde ahí dentro, aunque yo no lo viera. Decidí volver a llamar por el celular a mi amigo Juan Solares-alias "el Vale"-, para que le hablara a las personas que yo venía a visitar, y que alguien saliera a buscarme, por que todo esto me daba mala espina; no les iba dar chance de que me agarraran lejos de mi coche. Juan "el Vale" me constestó muy amable y me dijo que no había pedo, que tocara en la casa más alta, la que tenía más tinacos en su azotea, y varios autos estacionados en su terreno. Deduje que era la casa que tenía a mi izquierda; hasta ahora notaba que en ese terreno había cuatro camionetas pick up,todas de color blanco,estacionadas con cierta geometría, como prestas a salir en cualquier dirección. Abrí la reja del patio, misma que hacía un rechinido del demonio, si no me habían visto entrar el ruido sin duda les avisaría.La vibra era maldita, pero seguí por que Juan me había dicho que "no había pedo". Por fín toqué la puerta de gruesa madera, y casi de inmediato me abrió una señora regordeta y muy sonriente. En su blusa rosa tenía estampada la figura de Minnie Mouse- la vieja del Mickey Mouse-. Algo en ella me dio más confianza.

-Buenas tardes señora.
-Buenas, pasele, ¿es usted Don Poncho?
-Si señora, Poncho Najera para servirle.
-¿Usted es "antigüedad" de mi marido?
-No señora, el que es su antigüedad es mi buen amigo Juán Solares.
-Ahh usted es amigo de Juanito. Mi marido ahorita viene; esta arriba en su oficina.

Me ofreció un vaso de coca-cola con hielos que me cayó muy bien.
No tardó en aparecer el Barbas, un ex militar de cuarenta y tantos, ya algo pasado de peso desde que salió del activo. Esta vez, aprovechando que ya no estaba sujeto a regulaciones castrenses, hacia honor a su mote usando una barba entrecana. A pesar de su apariencia algo descuidada, se notaba que el Barbas seguía agíl, hiperactivo. Se podría decir que su nueva actividad le motivaba.
La pequeña cantina del Barbas, adornada con bejucos, era muy completa; insistió en que probara un tequila que le habían regalado. Estaba bueno, pero yo me inclíno siempre por el whiskey.
No había mucho que contar. El y yo solo nos habíamos visto un par de veces en estos últimos años, tampoco es que mediara una amistad entre nosotros; solo que conociamos a la misma gente, los dos habíamos pertenecido al ejercito, y teniamos amigos mutuos-como Juanito "el Vale".

-¿Y total, como has estado? -preguntó el Barbas después de servirse el segundo caballito de tequila.
-Pues la verdad más o menos, no encuentro jale más que de guarura o de seguridad privada y esas mamadas...
-Si, siempre es lo mismo, ven que eres militar y a la de a huevo te quieren poner de nana de algún juniorcito pedorro, o cuidando casas, o de pinche policía. Yo estuve así un rato...
-Pero ahora parece que tienes ya tu propío negocio.-el Barbas me miró con ojos de "¿y, tu que sabes de mis negocios cabrón?"-.
-Pues si, efectivamente así es Ponchito, poco a poco me he podido hacer de un changarrito, negocitos por aquí y por aca, ya ves que me deserté del ejercito y anduve de jodido un rato. No se que tanto te habrá contado el Vale.
-Solo me dijo que tu si me podías hacer la balona, y primero Dios, darme una chambita mas o menos digna...ya vez que yo soy machetero, jalador.
-Si pus si...si te conozco que eres chambeador; y de esa gente estoy buscando, sencilla, trabajadora, inteligente... Es una chamba delicada, que necesita de presencía y cabeza fría; es una cosa de instinto y a la vez de inteligencia. ¿Me dice el vale que eres transportista?
-Así es. Saliendo del "eje" me metí a al manejo de vehiculos de transporte, -transporte-de todo tipo de cosas.
-Eso esta muy bueno; por que ya más o menos me das la pauta para ver donde te vamos a colocar.
-¿Entonces como vez, si me haces ese favor?, yo no fallo...
-Eso ya esta compa; usted va a trabajar con nosotros; y pues es un poco como en el eje, ver, oir y callar, y aprender este movimiento. Poco a poco, pero bién al tiro siempre.

El Barbas se portaba muy amable, y con prontitud se acababa el solo su Tequila. No parecía perder congruencía a causa de la ebriedad. Sin dar muchos detalles de la naturaleza de mi nueva labor, el Barbas me hablaba reiteradamente acerca de "la confianza", de disciplina y de orden; cuestiones- a veces no tán abstractas como se pensaría- con las que yo ya estaba acostumbrado a trabajar.

Como le había dicho a Jacinto, es buena idea utilizar los contactos con el gremio, y es bueno tener fama de chambeador. Que sirvieran de algo los años que pasé tragando mierda.

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