11.22.2008

Capítulo 1-parte 3-.

El aeropuerto estaba lleno de todo, algo debería de tocarme a mi.
Todo entraba y salía. Solo era cuestión de estar alerta, de conocer un poco los manejos; y a determinadas personas.
Por fín estaba haciendo buen dinero. Y hasta era reconocido.
Me daba mis lujos luego de años de carencias y trabajo duro. Ahora era un especialista técnico, un meteorólogo trabajando en uno de los aeropuertos más grandes y conflictivos -por la cantidad de naves en circulación-, el de la cuidad de México. Y hacía mi trabajo con eficiencia,y con una mano en la cintura. Vivía para mi trabajo. Sabía que si me hubiese visto mi padre se habría cagado- y hasta se habría reconciliado conmigo-.

El pasar la mayor parte de mi tiempo en el aeropuerto, y llegar al cuartel solo a dormir- a veces- me permitió más libertad de la que nunca había experimentado. Había un mundo allá afuera, lejos del ejercito. Un mundo donde tu pones tus reglas; donde tu ves por tí, sin un ojo vigilante y castrante. De hecho, en la torre de control tu eres el vigilante, el ojo castrante. Ahí arriba todos te ven; es nuestra chamba. Pronto me di cuenta que existían algunos "listillos" que hacían lo que querían dentro del aeropuerto, aprovechando sus posiciones. Eran cuidadosos y sobornaban a los adecuados. Supe que con un buen plan, y una posterior negociación tendrían que sobornarme a mi también. A un militar. A "los verdes". Me fue fácil inmiscuirme en sus manejos, rápido vi la lana llegar. Me puse las pilas y yo también hacía mis negocitos con pilotos, sobrecargos y aduaneros. Allá arriba es otro pedo, allá en el cielo existe otro territorio, si no tienes alas no lo controlas. Solo algunos empleados podemos vigilar el arribo de esas naves cargadas de gente y mercancías. ¿Y quién vigila al vigilante? Máxime, si el negocio es redondo. No cualquiera entra, eso si. Hay que ponerse al tiro.

También hay que entender que es difícil no ser descubierto. El nível de discreción debe ser importante. Pero al cabo de un rato, cualquiera se entera de algunas cosas. Yo lo sabía. Aceptaba los riesgos que tomaba a diario.

Terminaron expulsandome del Ejercito cuando los de la Fuerza Area vieron que hacía mis business fuera del trabajo militar y obtenía un buen billete por otro lado. Yo ya estaba gozando privilegios,y pues no les pareció a algunos. Me acusaron de no cumplir mis deberes, casi inventan que yo era un desertor-pues a veces debía volar de una ciudad a otra, y por las características de los negocios no podía avisar a mis superiores-. Me les salí del huacal. Fui demasiado ambicioso. Me dieron de baja del Ejercito por insubordinación, y por aprovechar mi investidura militar y posición para hacer malos manejos, o algo; la verdad que les estaba estorbando a los mismos pinches recomendados que se graduaron conmigo. Querían mi puesto, aunque no supieran hacer ni madres; ni con dos de esos gueyes pudieron hacer un Poncho Nájera, no cubrían la chamba.
Pero para que no me les escapara, y me fuera como si nada a trabajar en lo civil, me amonestaron y me prohibieron trabajar en cualquier lugar del ámbito de la meteorología por cinco años. Ni aeropuertos, ni bases, ni nada. Me cortaron las alas. ¡Fue una reverenda mamada!

Me quedé un rato en México -el DF-. Pensando hacer algo de capital para irme al otro lado -E.U.- Empece desde mero abajo, de cargador en el mercado -en la central de abastos-, solo por que se me ocurrió que en un mercado no me iba a morir de hambre -y menos en un mercadote como ese-; es algo que aprendí de morro. Pude haber conseguido algo mucho mejor con mis credenciales y mi nivel, pero me estaba auto-flagelando, poniendome a prueba, demostrando que a mi nadie me tumba, por que yo siempre he estado abajo, vengo desde abajo. Nunca me podrán tumbar si nunca me he subido a ningún pinche lado. Yo sobrevivo, trabajo, no me paro a preguntarme que carajos pasó. Eso es perder tiempo.

En el mercado conocí bien a la chilanga banda. Se puede decir que yo andaba de incógnito, nada más viendo como era la cosa en pleno defectuoso, entre la gente de verdad. Y si esta cabrón, pero no me espanto. Solo hay que aprender a "alburerar" rápido; para defenderse siquiera.

De inmediato notaron que yo no estaba para ser un vil cargador, que me fletaba en todo. En chinga ya estaba yo manejando camiones cargados de frutas o verduras.

Me hice de un nombre como conductor eficiente. Todo se fue dando. Y una ves más salí del hoyo. Es cosa de voluntad.

Un día me mandaron de chalán con un trailero. Me enseñó todo lo básico, algunos tips para la vida en carretera. Y decidí que ahí estaba el trabajo para mí. Este amigo trailero me dio oportunidad de practicar el manejo en tramos largos; el mismo me recomendó cuando vio que estaba listo. Pagué una cuota, pasé varios exámenes, y pude con el paquete.

Aquí estoy ahora, todo un trailero, mucha chamba encima, y siempre cumpliendo con el encargo. ¿Para que quedar mal si de esto vivo?

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