11.22.2008

Capítulo 1 -parte 2-.

En Tijuana entré al Ejercito. Estaba morrillo, pero me aumenté la edad. Compré una acta de nacimiento falsa -con el préstamo de un Tío- , por si alguien preguntaba, y fui a cuartel medio recomendado por un vecino que era soldado. Como necesitaban elementos entré a la tropa. No le saque a la chamba y me afanaba. Pronto los superiores querían mandarme directamente, que les hiciera determinada trabajo especial.Me traían para todos lados. Me di cuenta que todo mundo necesita de alguien que si haga su trabajo bien, y que de hecho vaya más allá del deber; todos quieren desprenderse de sus responsabilidades. Y a todos les gusta mandar, que alguien haga las cosas por ti. Pero no saben que esta actitud es la perdición. Te duermes, te pierdes en tu zona de confort. Te apendejas. Y entonces te chingan. No hay nada como estar alerta. El trabajo constante te mantiene alerta, es como ejercitar el músculo de la voluntad. Además yo no tenia nada que perder, yo siempre fui pobre, y sabía que el trabajo me iba a sacar del hoyo.
Les caí bien en el Ejercito, y alguien me aconsejó que estaría mejor si me enrolaba en la Fuerza Area. Así que me fui a Ensenada, a la base que hay allá.
Darle mantenimiento a los aviones se me hizo más interesante. Y andaba en chinga limpiando maquinas y haciendo de todo, aprendiendo mecánica.
Pronto comprendí que la gente abusa cada que puede. No me quejo. Me ayudaron a aprender la gran lección de la vida: somos unos pinches esclavos, nos tienen agarrados de los huevos. Si te late la lana ya eres esclavo del pinche dinero, y aunque no te guste, ¿sin dinero, como chingados vives?, unos papeluchos mugrientos -a menos que sea un dólar, por que este pinche peso !vale pa pura madre!-. Si te late aquello del amor, ¡verga! ya te esclavizaron para toda la vida. Ya me entienden, no quiero inventar el hilo negro aquí. Solo quiero establecer que, ya que uno no puede salir tan fácilmente de ser un esclavo más en esta tierra, sin más remedio yo he elegido ser esclavo del billete, de la morralla, la pachocha.

Un día voy a juntar tanta lana que voy a poder comprar un trailer. Y entonces sí , voy a tener más pinche dinero en el bolsillo que tu, pinche pata rajada, pinche prangana esclavo de no se que chingados, por que de dinero y business a leguas se nota que no sabes ni madre.

Hoy manejo este trailer, que no es cualquier cosa; llevo una carga de mucha responsabilidad, y cubro un horario que no cualquiera se lo echa. Los patrones ya saben que pedo conmigo. El mismo Patrón ya sabe que onda, que soy de fiar. Y que no salgo con mamadas. Todos los días como carne donde mejor la preparan, en San Luis Potosí, en Hidalgo, en Veracruz o en el DF. Con sus frijolitos y sus totopos.Anque no todo es carne, hay que balancear. Como sano, cada día me hago más fuerte que tú, que se ve que tragas puras chingaderas, y que malcomes.
Por un lado fue bueno que me ¨salieran¨de la Fuerza Aerea. -bueno que me sacaran -. Que no me sacaron. Me largué. Los mande a la verga. Me tenían hasta la madre y no iban a dejar que hiciera buen dinero. Me iban a esclavizar por años.

Después de un tiempo en activo, cuando vieron que era bueno para la estudiada y que hacía méritos, mi General me recomendó para salir de tropa y estudiar. Fui escalando posiciones; hasta que me gané un lugar para ir a estudiar al Colegio del Aire en Zapopan Jalisco, donde conocí a la que fue durante un tiempo mi mujer formal- como pareja, que no esposa, por que nunca nos casamos-. Me pusieron a estudiar meteorología. Me quedó perfecto; de inmediato me sentí a gusto inmerso en cálculos y en medidas, en estudios exhaustivos. Me destaque de los demás estudiantes; ya por entonces me di cuenta que con unas cubas o unas cheves me era más fácil desvelarme para estudiar, para absorber todo lo posible; y a las cinco de la mañana interrumpia mis lecturas, para -soportando la cruda como los grandes- con el sol en la cara hacer todo el númerito del servicio y el colegio.
Me los chingué a todos, iba que volaba para el primer lugar de mi generación; pero me pararon el carro. Me dijeron que ni soñara con primeros lugares, ni con becas, ni con buenos tratos o concesiones, que esos ya eran para los hijos de oficiales del Ejercito.Gente de tradición y amplia trayectoria en el medio. Que yo no era ni una mierda. Que ni familia tenía; que no se me olvidara que yo procedía de la tropa, y que aquí hay rangos y niveles. Hice mi coraje, y dejé de esforzarme tanto. Acabé los estudios de a pechito, me gradúe con las calificaciones que salieran, me daba igual.

Ya no estaba cazando las mejores calificaciones, ¿para que? si ya me habían advertido acerca de como iba a estar la situación. Aprendía lo que quería. Ahora no solo estudiaba sobre Meteorología. Me clavé en otras disciplinas. El calculo, los principios de la mecánica, la física -que, no creas, sirve mucho en esto de la manejada de camiones-, la fascinante y práctica química. La escuelita me valía madres; solo me interesaba exprimirles lo posible.

Graduado y toda la cosa, me mandaron a trabajar en el aeropuerto de aquí de México
-el DF pués-, en la torre de control, apoyando tanto a naves civiles como a militares. Estuve apoyando naves del Estado Mayor, de Presidencia; rápido fui reconocido por la gente civil de ahí ¿los militares? No, pues pinches envidiosos nunca reconocen nada, solo están para chingarte aunque no te equivoques; o te chingan para que te equivoques -aunque hay de todo, también hay camaradas y gente derecha-. Al ver este trato muchos amigos -ingenieros, meteorólogos- me recomendaban que me saliera del Ejercito, que yo podría hacer más lana en el ámbito civil. Lo que no sabían es que esta cabrón salirse.

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