Entré a un edificio de departamentos haciéndome pasar por un empleado de la compañía de gas -con uniforme, herramienta y todo; me encantan estos trabajos-. Una vecina me dejó entrar al edificio, y abrió el candado de la azotea mientras me expresaba sus innumerables quejas con el servicio de gas. Fingí que revisaba los ductos, hasta que la señora se marchó. No quiso confiarme la llave del candado de la azotea.
Estaba pensando cómo resolver el problema del candado –pues si iba a vigilar desde ahí, necesitaba entrar y salir a mi antojo-, cuando desde esa altura descubrí un mejor lugar para vigilar: un edificio vecino de menor tamaño, más modesto y descuidado. De todas formas daba al parque de enfrente –el que debía vigilar-. Me trasladé de inmediato a ese edificio. La señora se despidió con su retahíla de quejas. Yo ya me sentía aliviado de no volver a verla nunca.¡Al carajo ese condominio y sus quejumbrosos habitantes!
Entré al otro edificio. La puerta de su azotea estaba anárquicamente abierta, buena señal. Revisé el nuevo lugar; y me agazapé en un rincón del techo de ese viejo inmueble, pensando que el cambio de planes había sido el idóneo. Nadie rondaba por ahí a esas horas-casi las diez de la mañana-, salvo una que otra señora que tendía su ropa para que se secara. Encontré un lugar perfecto desde donde podía vigilar sin ser visto por curiosos: en medio de una pila de agua y una pared. El parque, justo enfrente, se veía casi en su totalidad, una mancha verde, cuadrada, en medio de tanto gris del asfalto y los edificios. Desde ahí podría vigilar sin problemas y desde las alturas a “el Morales” cuando casi todos los días salía a correr acompañado de su séquito de guaruras, los cuales pasaban por ser simples ciudadanos en el parque; y algunos hasta iban de pants y fingían hacer ejercicio, aunque solo hablaran por celular o radio, y no tuvieran pinta alguna de deportistas.
Mientras esperaba a que llegara el sujeto en cuestión -y su comitiva-, recordé la historia que nos contó Roxana de cuando conoció a este personaje –clave de los asaltos-, y se enteró de sus nexos:
- Es un cabrón "cabrón"; para nada es un cabrón "buena onda". Nos miraba a mí y a la Medusa, y a casi todo mundo, con unos ojos de toro loco, que uno no sabía si te quería madrear o te quería coger; o las dos cosas. Muy engañoso el tipo; porque a pesar de su aire de salvaje, la ropa y las joyitas que tenía eran muy caras. Cuando me dí cuenta, "la Medusa" ya estaba platicando con uno de los amigos de este guey – valiéndole madre que viniera contratada por otra persona; la Medusa nunca le pierde, menos cuando ve buen varo-. Y en unos minutos ya éramos todos “amigos”, así que nos invitaron a seguir la fiesta en una de las casas del fulano este, “el Morales” le dicen y se apellida. Yo no estaba muy segura; pero, digamos que estos gueyes eran muy convincentes. De inmediato le sugirieron a nuestros acompañantes que se largaran de ahí sin hacer mucho escándalo, que nosotros nos íbamos con ellos; así, de huevos. Ya en la casa de el Morales, nos pusimos una super pedota; no faltaba nada, el alcohol del que quisieras, coca…; y la Medusa y yo pensamos: pues de aquí somos. Aunque, como te digo, nunca me dieron confianza. Tenían todo el tipo de judiciales –gordos, bruscos , viciosos-, y algunos otros de militares –con cierta disciplina y modos marciales, pero bien pinches locos-; aunque se notaba que ahora gozaban de otro nivel, de otro perfil más "aca", mas de alto ejecutivo, o guarura de algún influyentazo. No les voy a contar todo el desmadre, la cosa es que la fiesta se puso candente y locochona. Y ya en "confianza", uno de estos chavos,el que estuvo más tiempo conmigo, me contó a que se dedicaban, nada más para apantallarme. Yo, pues lo escuchaba; hasta que me contó que había llegado a su poder una carga disque "ilegal" de televisiones que habían decomisado; que si quería hasta me regalaba una, que eran de alta definición, “lsd” y ya sabes, toda la mamada.
-¿Serán televisores de Lcd? –la interrumpí.
-Pus de lo que sean, tu me entendiste. La cosa, es que para dármela, me pedía mi dirección, y que él me la llevaba en persona al día siguiente. La verdad es que ya estaba bien pasado. Pero despertó mi curiosidad, ¿quién te regala una tele de esas así nada más? Claro que le di excusas para no decirle mi dirección; pero la neta, si estaba tentada a tener una tele nueva; para mi niño. Y ahí, pensando, como que lo relacione todo, y me acordé que al Patrón le estaban asaltando su cargas. Luego, ya en mi casa, le pregunté a Doña Berta si le habían robado recientemente una carga de teles de esas al Patrón,hata le dí la marca, y me dijo que sí; por eso yo digo que son ellos. Y lo digo porque me dieron algunos detalles de sus "travesuras". Ya no los seguimos viendo; por si se daban cuenta que nosotras estamos relacionadas con el Patrón y Doña Berta. Fue solo una noche de copas, donde se les fueron algunas palabras de más, frente a nosotras. Y pues la cagaron, porque nos dimos cuenta que había muchas coincidencias entre los robos y estos tipos. Además andaban muy crecidos celebrando; y yo medio escuché que se habían chingado otra vez "al ruco", o sea a el Patrón.
12.31.2009
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