12.25.2008

capitulo 3 -parte 2-.

El joven novato se llamaba Jacinto; en realidad no era tan novato, llevaba manejando trailers desde hacía dos años; y ya acompañaba a su padre trailero en sus viajes desde niño. Sabía cuando hablar, y mantener una conversación por horas; y sabía cuando estar callado, durante horas también. Manejaba muy rápido para mi gusto; pero a su favor, lo hacía bien y sin correr riesgos estúpidos. De inmediato comprendió de que se trataba todo esto, y se lo tomó con calma. Ni siquiera me preguntó acerca de dinero, de cuanto nos iba a tocar por arriesgar el pellejo. Parecía que con solo contar con la confianza y la gracía del Patrón el se daba por bien servido.
La ligereza de Jacinto me hizo darme cuenta que todo esto no era para tanto después de todo. El Patrón ya había controlado el monopolio transportista por un buen rato, tenía ya mucho dinero, y la verdad ya debería pensar en retirarse en vez de aferrarse tanto, por que los años no pasan en balde.

En todo esto pensaba yo durante el trayecto, hasta que recordé que no importaba lo que yo creyera acerca del Patrón. Se me había asignado un trabajo, y era mi deber cumplirlo cabalmente. Debía llegar al fondo de esto; y entre más rápido, mejor. Por eso es bueno que este cabrón maneje rápido y con buenos reflejos.

Después de una serie de curvas que marearían hasta al más experimentado, casi oculto entre la roca viva de un cerro se encontraba “el Paradero” de Doña Berta. Justo a la entrada de un pueblito sórdido que vivía de sus Hoteles de paso, sus tiendas con licoreria,sus farmacias, mercados, y sus refaccionarias, y talleres mecánicos.

Esperamos a Doña Berta unos diez minutos, pues había salido a hacer ciertas diligencias. Mientras la esperabamos desayunamos. Al llegar, Doña Berta se disculpó con nosotros, y nos ofreció más tortillas y más café para nuestro desayuno. Debo admitir que la comida no era tan mala a como yo la recordaba. Tal como en su fotografía, Doña Berta traía encima un chal tejido de color gris. Pero al contrario de la engañosa fotografía se le veía más vivaz y más ágil de lo que uno deduciría al ver dicha imagen, donde aparecía con un rostro avejetado y achacoso. Nos preguntó directamente sobre la situación, mientras yo me comía un taco de huevo con chorizo. Era de suponer que ya estaba bastante informada. Le pasé los expedientes que me dio el Patrón, y ella los leyó cuidadosamente; entre tanto soltaba una que otra risita, y nos daba pormenores de los traileros ahí expuestos.

- “No, pues estamos fregados”- dijó al concluir su lectura, y arrojó los folders a la mesa manchada de aceite, grasa, gotas de café, y de jugo de naranja. - “Nos están dando a puro pendejo. Y no lo digo por ustedes dos. Que no es por que estén presentes; sino que yo conozco a este chamaco, y se que no se anda con tonteras, y es derecho; y a ti te conozco poco, pero igual, se que eres de los pocos confiables, y que haces bién tu trabajo”. -Tomó un sorbo de su café, y después sirvió algo de tequila en la taza; la meneo un poco para que se mezclaran bién el tequila y el café.
-“¿Quieres?” -me mostro una botella rústica y sín etíqueta, para rápidamente servirme algo de un muy buen tequila en mi taza con café sin esperar siquiera mi respuesta. Parece ser que ya conocía bien mi gusto por la bebida. - “A ti no te doy por que vas manejando” . -le dijo a Jacinto. “Pues miren, yo creo que esto mejor lo vamos organizando entre nosotros tres. Estos que nos recomienda el Patrón son puro chafa. Uno que otro nos ayudara. Pero yo no me confiaría mucho. Te voy a decir algo Ponchito...
-¿Dígame Doña Berta?
-Estos ojaldras, los asaltantes, y los que organizan todo esto, están en el DF, son chilangos, te lo aseguro; o por lo menos se mueven entre el DF y el Estado (de México).
-Pues debe ser...¿por que tan segura?
-¡Oh! Yo ya he estado haciendo mis averiguaciones. Y ya hasta te tengo nombre y apellido.
-¿Como Doña Berta, así de efectiva es usted?
-¡Así de chingona! -se jactó soltando una sonora carcajada que terminó de despertar a los adormilados comensales ahí presentes, y que , como si de una señal se tratara, reactivó el barullo que se traían en la cocina sus allegadas. Desde esa olorosa y oculta cocina, una voz femenina se contagió de su risa, y pareció hacerle eco.
-Mira Ponchito, estos cabezones están palanca, con la policía y con las autoridades, con los federales de camino. Mira, para acabar pronto, es un negocio donde están involucrados un gobernador, y un caca grande de allá del gobierno del DF. Así esta la cosa: se chingan los trailers en este y en otros Estados; y se tapan entre ellos, por que son autoridad. Sus peones son los pinches federales, y las policías municipales de cada lugar; en realidad solo uno que otro trailero está involucrado. Por eso está de más investigar entre los traileros. Nos vamos a tener que ir más pa´ arriba.

- No pues si está medio cabrón eso que me cuenta.
-Si, esta canijo, por que estamos hablando, ahora si que de los “intocables”. Más fácil nos chingan ellos a nosotros, que nosotros a ellos, ¿me explico? Pero pues no estamos tan perdidos tampoco. Si el Patrón, pues por legitimo derecho, quiere que le demos nombres y señas, pues se las damos. Y ya el sabrá como nos quitamos esta plaga de encima; por que no creas, nos pega a todos. Así, de entrada, mi clientela y mis ganancias han disminuido bastante. Pues como no, si traen asoleados a todos los traileros. Y me los andan tronando así como así. Pobrecitos -Doña Berta parecio conmoverse;recordar algo cercano.- Pues no, no se vale. Esta muy injusto esto, y muy feo mijo. Pero ya también se por que lado se les puede pegar.
-¿Ah sí?
-Pues por donde siempre, por el lado del vicio. Te voy a dar una dirección y un teléfono allá en el DF, ve y pregunta por allá; y luego ve con el Patrón, el va a entender de que se trata todo esto; digo, es solo un plan para enterarnos más acerca de lo que piensa el enemigo.

Apesar de las noticias que revelaban que "el enemigo" era poderoso, salí de ahí con el hambre y la curiosidad ya satisfechas. Doña Berta lo tenía muy claro. Ahora era cuestión de obtener información especifica de los sujetos involucrados. Había que regresar al "Defectuoso". Había que moverse rápido. Pisarles los talones antes que ellos nos pisaran los talones a nosotros, y nos asestaran un fuerte golpe en la nuca.

12.06.2008

Capítulo 3-parte1-.Que buen agente encubierto ibamos a enrolar.

Parecía que las ordenes de Don Federico Gamboa "el Patrón" eran muy claras: ir de "oreja" entre traileros y conexos, a ver de que me enteraba; los otros colaborades que el Patrón me recomendaba, también serían "orejas"-supuestamente bajo mis ordenes-, que luego informarían todo directamente al Patrón. Pero la verdad es que no me dio más detalles, ni instrucciones especificas; ni un esboso de como iba a funcionar esto, o con quién podiamos acudir y reportarnos ademas de el. No es que esperara un manual, pero vaya que Don Gamboa era un hombre de pocas palabras.

En los hechos, todo parecía indicar que el Patrón confiaba plenamente en mi para organizar todas estas tareas. ¿Pero a que se debía esta confianza? Siendo el Patrón alguien tan influyente y solicitado, ¿por que asignó investigaciones de este tipo precisamente a mi? ¿y por que entre las personas que el recomendó personalmente se encontraban dos sendas ratotas?

Revisando los expedientes de los otros seleccionados pensé que tal vez el Patrón gustaba y sabía acerca del juego del Ajedrez. Me dio esa impresión al comprobar que entre los perfiles había algo así como ¨dos de cada uno¨: dos ratas -basura poco confiable-, dos jóvenes de escasa experiencia-novatos-, dos gordos traileros con muchos kilómetros recorridos, dos chambeadores que se dedicaban duro a su trabajo pero que eran poco conocidos, y bueno, una ¨reina¨, Doña Berta dueña de un paradero -un restaurante- entre el Estado de México e Hidalgo, y cuyas redes de negocios se extienden hasta Puebla, Veracruz, Tamaulipas y Tabasco –todas zonas caliente en esos momentos-. la Doña era radio-aficionada, y se mantenía en contacto a través de banda ancha -y corta- con los traileros; y como no, Doña Berta es Madame-madrota- cuando se le solicita algún servicio de este tipo. Siempre hay gordas a su disposición en esos Estados.
Supuse que ella serviría de perfecto enlace; que si estábamos bien coordinados ella nos ayudaría a dar con lo que buscabamos en poco tiempo; rara vez escapaba algo de su radio de acción; y de su radio de alta potencia, que dice la leyenda entre traileros, a veces puede escuchar todas tus conversaciones sin que tu hayas accionado ningún botón, ni movido nada, pues el radio de los trailers tenía un microfonito que nadie podía encontrar, y que era instalado cuando uno iba al taller. Sonaba a cuento chino, aunque a estas alturas todo era posible. Pero la explicación mas lógica, casi siempre es la más plausible, y lo que muchos no tomaban en cuenta, es que, por si misma, Doña Berta era una antena de radio humana que con solo sentarse a escuchar una conversación en su mugriento restaurantucho, era capaz de recopilar datos para después, y con animo de chisme, hilvanar historias muy cercanas a los hechos. Era muy conveniente -si se deseaba saber algo- poner atención a ese centro de información que eran las charlas de Doñá Berta.
El restaurante-ingeniosamente llamado ¨El paradero¨- también contaba con farmacia, y venta de vinos y licores-algunos muy especializados que mandaba traer de toda la republica para satisfacer a la clientela acostumbrada a viajar y a conocer, Mezcal de Oaxaca, Charanga de Michoacán, o Bacanora de Sonora- ; también tenía chochos y una amplia variedad de bebidas para estar despierto; y una vez la ví vendiendo hongos alucinegenos a un irresponsable conductor que juraba que de esa forma ni sentía el trayecto de México a Monterrey, o que cruzaba sierra y desiertos hasta Hermosillo como si nada. Que de hecho recomendaba la experiencia psicotrópica en esos entornos.

Así que resolví ir con Doña Berta a pedirle su opinión acerca de cada uno de los seleccionados por el Patrón, comentarle un poco la situación, y pedirle su bendición, la que ella da a los traileros que lo solicitan -que consideran la misma, de manos de Doña Berta, como sagrada; de buena suerte para el viaje- .
Tenía mis motivos para confiar en ella. Siempre se había mostrado leal al Patrón ; por lo que se le debe todo a el, y no se le ocurriría hacerle una trastada, menos a estas alturas.
Necesitaba llevarme a alguien de aquí, que cuidara mis espaldas, que conduciera el trailer mientras yo duermo, para no pararnos nunca. Me decidí por uno de los novatos. Era un chavo que según su expediente era hijo de un trailero muy fiel al Patrón. Vi su fotografía y no me dio mala espina. Así que lo cité para hablarle del asunto e irnos en mi trailer-esta vez sin carga- rápido con doña Berta, que seguramente ya sabía algo de todo esto.

Revisé el expediente de Doña Berta y no pude evitar sonreír al ver su fotografía. De unos sesenta años, con actitud de señora ¨grande¨y enferma –de abuelita-; con todo y un chal tejido encima. No despertaba ninguna sospecha. Que buen agente encubierto íbamos a enrolar.

12.04.2008

Capítulo 2 -parte 3-.

Salimos de aquella habitación llena de vasijas, esculturas y figurillas de barro y de piedra-principalmente-, riendo a carcajadas, como si el Patrón y yo fuéramos los grandes amigos. La mirada de la dama con la que estaba platicando unos momentos antes, pareció cobrar un mayor interés en mi. Así que dejé que el Patrón siguiera su camino, y aproveché el regreso para mezclarme gentilmente con el grupo de amigos donde ella se encontraba. Los que estaban ahí, eran gente al servicio del Patrón. Intercambié con ellos algunos puntos de vista, y como que no quiere la cosa, los empecé a ¨sondear¨ acerca de los últimos asaltos a traileros. Ellos no me hablaban de los traileros en si, me hablaban de mercancía, de carga y de dinero. También se referían a los conductores como unas sucias ratas en las que no se podía confiar. Yo no me di por aludido, a pesar que la dama hacía señas para recordarles a los caballeros que yo era trailero. Hecho que por otro lado los señores sabían muy bien. Me disculpé con ellos, tomé de la mano a la mujer, y me la llevé a un lugar más privado. Si todos estaban de fiesta ¿por qué yo no? Ya habría tiempo de seguir preguntando. No olvidé tener siempre una botella de whisky a mi lado durante el resto de la velada.
Después, cuando se hizo tarde, logré sacar un ¨ride ¨a la ciudad de México, con unos amigos que hice. Al salir, casi tuvimos que brincar sobre algunas chicas y chavos borrachos tumbados como bultos a lo largo del pasto del jardín frontal, al lado de frescas manchas de vomito desperdigadas en el inmaculado verde del bien cuidado cesped. Una nena de cabello rubio, con la mirada desorbitada, salió un poco de su marasmo al verme pasar, me tendio la mano para que la levantara, y en cuanto se pudo incorporar apoyada en mi, preguntó: -¿Weeeey donde esta Johnny? -balbuceó tán borracha y confundida como una springbreaker a la que acaban de violar aprovechando su condición-
-¿Quién, Johnnie Walker? Aquí lo traigo. -contesté haciendome el gracioso, pues en ese momento me percaté que la chica no iba sola y su guarura se dirigía hacía nosotros. -here´s Johny! pensé-. La chica lo reconoció, era un guarura bilingüe, pues comprendio de inmediato la petición de su protegida. -Johnny get me out of here!- Exigió como si esa orden en inglés le devolviera de golpe la dignidad perdida. Mi comitiva y yo seguimos nuestro camino riendo del incidente. Definitivamente muchos de estos morros no sabían tomar; pero compensaban esta falta de aptitudes con cuerpos jovenes y resistentes, mañana estarían como si nada. Algunos otros chavos seguían en su fiesta. En otras circunstancias, de buena gana me les habría unido.
Del Patrón ya no supe nada desde la tarde.
Noté que durante toda la noche alguien me miraba insistentemente. Apuestó a que esta persona llevaba mucho mejor la cuenta de lo que bebí en la fiesta que yo mismo. El fisgón, era un tipo alto, moreno, con cara de pocos amigos; pelado a rape para sobrellevar su calvicie. No perdía detalle de lo que yo hacía. Y buen espectaculo habré dado, pues al voltear a ver furtivamente hacía el, se le veia absorto en mis acciones y en mis charlas. Tenía cierto gesto de incredulidad. Suelo tener ese efecto en los demás cuando me ven tomando; digo, para mí la bebida no es solo un hobbie. Ya me tocaría investigar de quién se trataba. Por el momento yo estaba francamente borracho.

Al otro día yo seguía en la peda. No deje de beber, y creo que solo dormí un poco durante el trayecto de Morelos a México. Seguimos el fandango en el departamento de mi nueva amiga. A las ocho de la mañana le pedí prestado su baño para darme un buen regaderazo. Aspiré algo de coca de la buena, y minutos después llegaba a la oficina principal del Patrón para recoger la información que habiamos acordado. La secretaria no esperaba que yo llegara tan temprano y faltaban ciertos datos. No me pareció correcto que la secretaria imprimiera dicha información justo ahí, a la vista de todos. Se supone que esos datos debían ser de lo más confidencial. Pero noté que ella ni siquiera sabía de lo que se trataba; me sentí más tranquilo.

Ví los expedientes de las personas que el Patrón recomendaba para la misión; de inmediato reconocí a dos tipos que en definitiva no eran lo que se entiende como sujetos de fiar. Eran simples lameculos del Patrón; supongo que el creía que eran gente de confianza, pero, entre traileros, esos dos tipos eran lo más bajo que había en el gremio. Simples pulgas chupadoras, sin lealtad, ni muestras de eficiencia. Basura. Algunos otros de los recomendados no me sonaban mucho. Ya comenzaba a darme cuenta que el verdadero problema del Patrón era la gente con la que escogía rodearse.

12.01.2008

Capítulo 2 -parte2-.

Fui a Cuernavaca en un tranquilo y soleado domingo. Rara vez descansaba los domingos; o me la pasaba en una ciudad diferente donde no conocía a nadíe.
Durante todo ese fín de semana no me dieron trabajo. Supongo que el Patrón quería asegurarse de que no faltara a la cita.
Como yo no tengo un auto, viajé en autobús rumbo a Cuernavaca –aunque se siente bien no manejar por unas horas- . Al llegar a la estación tomé un taxi; pero como la casa del Patrón esta a las afueras de la ciudad, el traslado fue complicado, y el taxista no daba con el lugar. Yo esperaba que el conductor solo estuviera haciendo tiempo para cobrar más, pero estaba realmente extraviado, entre casas gigantescas, gasolineras, restaurantes de paso y pueblitos. En situaciones así es incomodo no estar al volante. En medio de la carretera, pude preguntar a alguien que me supo explicar perfectamente hacía donde debía ir, y así yo pude guiar al taxista rumbo al destino correcto. Terminó cobrándome bastante dinero como para tratarse de un taxi con llantas lisas y mala suspensión, conducido por un inepto. El verdadero problema es que odio llegar tarde, da muy mala imagen.

Afuera de la casa se escuchaba el ruido de una banda tocando en vivo. Había muchos autos, e incluso un autobus, estacionados contra los altos muros que protegían la casa. Por lo visto yo no era el único invitado.
La casa era, en realidad, varías casas, dos albercas gigantescas, extensos prados, caballerizas, canchas de fútbol, squash, y basketball, y un jardín botánico; una verdadera mansión escondida entre pueblillos.
En una de las áreas con alberca se celebraba en esos momentos la fiesta de cumpleaños de uno de los nietos del Patrón, un chavo que ese día cumplía diesisiete años. Así que la fiesta era en grande, con una banda de rock, y disc jokeys repartidos en zonas mas intimas de ¨la casa¨; se notaba que le gustaba la música al cumpleañero. Calculé que había unos sesenta o setenta jóvenes repartidos por ahí, embriagándose y divirtiéndose; sin duda habría más en otras áreas, pero esos son los que pude ver el tiempo que estuve ahí, observando a las sexis morrillas en sus bikinis, riendo, gritando y pataleando en el agua, sumergiendo sus curvas y sus suaves pieles en la alberca o en el jacuzzy, mientras los músicos se desvivían por llamar la atención de su indiferente audiencía. Esto apenas estaba comenzando.
Don Federico Gamboa estaba dentro de la casa en una reunión de gente más madura, animados también, pero mucho más sosegados que los desenfrenados chavos que parecían no querer saber nada del mañana, ni del mundo alla afuera de esos altos muros.
El Patrón me dio una acalorada bienvenida, me presentó a algunas personas de su confianza, y les dijo a algunos que yo era su trailero modelo, que nunca fallaba en una entrega, y nunca daba excusas. A pesar de ser la verdad, esas cosas no suelen decirse. Pero bueno, el Patrón dice lo que quiere.
Noté miradas algo molestas por mi presencia; era obvio que no esperaban convivir con un vil trailero. Pero me presentaron a Don Aquino, un socio muy importante del Patrón, que empezó siendo también trailero. Platicó un poco conmigo y me hizo sentir en confianza. También me presentaron a unas señoras muy animadas-después de ver a las chicas de alla afuera, estas, de adentro, parecian señoras, aunque estuvieran en sus veintes;supongo que el ambiente influye, además de tener más ropa encima-. Estuve platicando con una de ellas. Me dijo que yo no hablaba ni me comportaba como trailero. Le seguí un poco el juego. Asi estuve un rato apreciando los muebles, la decoración del lugar, y a las damas guapas que había por ahí, hasta que el Patrón me tomó del brazo y me llevó hacía otra habitación; alejados de todos. Nos sentamos en una cantina (bar) estilo mexicano, que estaba en la esquina de un cuarto muy interesante donde se exhibian piezas de ceramica al parecer precolombinas- no creo que el patrón exhibá tan orgulloso piezas de imitación-. A lo lejos se escuchaba el barullo combinado de una banda de rock y musica electronica, junto a gritos de algarabíá de los jovenes que celebraban afuera.

Mientras el mismísimo patrón me servía algo de whisky en su cantina privada, pudimos hablar más directamente.
-¿Te perdiste verdad? No dabas con la casa.
-Si Patrón, la verdad es que si me di una buena perdida. -dijé, para después sorber un poco del excelente whiskey-.
-Todos se pierden la primera vez que vienen para acá. ¿Por qué no hablaste?
-No estaba tan difícil, pero el taxista era medio bruto.
-¿Te viniste en un pinche taxi? ¿cómo,no tienes coche Nájera?
-Ahora no Patrón…
-Pues si, ¿para que? Si te la pasas en los trailers. Luego luego se ve que eres un tipo práctico. ¿Y tu familia? ¿No tienes vieja?
-Fíjese que estoy separado de mi esposa; y no me he comprometido todavía con nadie Patrón…
-Eso esta bién. De pendejo se casa uno otra vez. Y pues si, es un pinche compromiso que no te suelta ¡cabrón! ¡De pendejo te casas!

El Patrón estaba de buenas, me trataba con mucha confianza. Yo me preguntaba a que se debía tanta amabilidad; o si de verdad era tan buena persona como parecía y se comportaba.

Por fín el Patrón me habló del asunto a tratar.
-Mira Nájera. En este medio siempre esta el riesgo de que te asalten a los conductores y se roben la carga; es algo común. Para eso esta asegurado casi todo. Pero últimamente se han estado pasando de la raya. Cada vez me roban más, y cada vez son más violentos. Ya están matando a los conductores nada más por matarlos. Atracan con comandos armados; y son o se hacen pasar por polícias. Ya esta muy cabrona la cosa. Y me corto un huevo si no esta involucrada gente que trabaja en la empresa, que sabe los manejos, las entradas y salidas, que tipo de carga llevan. Y actúan con total seguridad e impunidad. Para mi que polícias, o militares, o ex militares están metidos en esto, por que sus tácticas son de gente entrenada, su marca es la de gente preparada para atacar sin dejar prisioneros. Pasandose de verga. Andan muy envalentonados y ya me llenaron de piedritas el hígado estos hijos de la chingada.
-¿Y las autoridades que dicen? ¿Qué resultados han dado las investigaciones?
-Pues las autoridades me dicen que están en eso, que están investigando, y que la chingada. Lo que siempre dicen. Ni por que soy compadre del Procurador de Justicia me resuelven. Para mi que me están viendo la cara de pendejo. Mira; algo si te digo en confianza, esos cabrones no me van a resolver nada. Ya vi muy claras sus intenciones. Me quieren sacar dinero por todos lados, y seguirme chingando. Hay un culero allá atrás, un pececillo gordo que ya me trae de encargo. Estoy seguro que es algo hasta personal. Algún cabrón que me chingé en el pasado, y ahora tiene influencia política y poder de fuego. Me están chingando como si fuera una guerra de guerrillas, y pues no me voy a quedar con los brazos cruzados. Ya puse a mi gente a trabajar; pero no me están aclarando gran cosa. Voy a crear otro frente; uno mucho mas discreto, conformado con gente intachable de toda mi confianza. Que investigue por su lado desde mero abajo hasta mero arriba, desde los traileros mismos. A ver que saben, ¿como es que hay algunos a los que nadie toca? Por eso se me hace muy buena idea que los que investiguen sean traileros y sepan del trajín. O se hagan pasar por traileros un rato. Tu estas que ni mandado a hacer Nájera.

Yo estaba enterado de los hechos violentos a los que se refería el Patrón. Aunque mi ruta actual era de las tranquilas, nunca se estaba exento de un asalto. En una ocasión, a media carretera y en plena madrugada, unos supuestos policías me hicieron un retén-es decir armaron un reten justo frente a mi-. Pero les falló a los culeros. Sin bajar la velocidad, viré solo un poco y le pegue en la mera esquina a la patrulla que tenía enfrente, la saque del camino; los mande al carajo y ni me detuve a ver que había pasado. Por alguna extraña razón no me siguieron inmediatamente. Tal vez se quedaron atendiendo a sus heridos; o mi reacción los tomó por sorpresa. Aún así desvié mi ruta para despistar. Estaba seguro de que me iban a asaltar, por eso actué como lo hice. Le comenté este incidente al Patrón.
-Hiciste bien. Ojala todos mis traileros tuvieran la pericia para hacer algo así y salir bien librados. Mira Nájera, para que nos hacemos pendejos. Estoy enterado que en el ejercito supiste darles la vuelta a los verdes en sus propias narices. Por eso luego luego pensé en ti para que encabeces las investigaciones, ya tengo un grupo a tu disposición; por que tu los vas a encabezar ¿O no?
Nadie en su sano juicio contradecía al Patrón. Aún así quise tirar un poco las riendas, para medir mi terreno, a pesar de que aparentemente yo no estaba en posición alguna.
-Mire Patrón, esto va a sonar muy mal, muy grosero, pero yo quisiera ver el perfil de cada una de estas personas que usted juntó para este fín. Digamos que hay que darles el visto bueno, si queremos que esto funcione.

El Patrón soltó una carcajada, se levantó de su asiento, rodeo la cantina, y me palmeó la espalda.

-¡Ah que caray con usted Nájera! Luego luego al trabajo. Mañana mismo le doy toda la información necesaria, vaya a mi oficina en cuento pueda. Esta semana nada de traslados para usted. Ahora tráigase la botella de Whisky para acá y vamos con los demás invitados, no vayan a pensar que somos unos pinches groseros.