11.30.2008

Capítulo 2-parte 1-Federico Gamboa es mi patrón.

Federico Gamboa es mi patrón. "El Patrón", le dicen todos. Y no hay por que decirle de otra manera. No si no te da su confianza. Incluso yo, que me llevó bien con el, no dejo de decirle Patrón; y el no me ha dado permiso de llamarle de otra forma. Yo se de esto. Yo tenia que llamar a la gente capitán, jefe, comandante; no tengo ningún problema con ello; de hecho me sirve. La gente tiene egos tan grandes que se aferran como desesperados a un titulo, a un cargo. Si pagan por eso, por mi esta bien. En este mundo el respeto se gana...con dinero. El respeto, como todo hoy en día, cuesta.

El patrón es dueño de muchos trailers, pocos saben el número correcto por que tiene diversas empresas que se dedican a lo mismo, pero de que el es el dueño de mucho de los trailers y camiones que entran y salen por estos rumbos es seguro. Además tiene cientos de bodegas. No lo digo por que trabaje para el, sino por que he visto como el viejo se las gasta y como le cae el dinero todos los días, y cada vez ganando más y diversificando sus negocios.
Es bueno el Patrón para los business. Tengo mucho que aprender de el. Dice que empezó de la nada, siendo joven. Pero no le creo demasiado. Se sabe que a fines de los setentas se forró de billetes repentinamente y que lo invirtió en trailers. Después con practicas gangsteriles se abrió paso en el medio, transportando mercancía para grandes empresas de almacenes y supermercados. Poco a poco construyó un imperio del transporte de contenedores alrededor de la república. En los noventas consolidó su influencia al obtener jugosas concesiones resultado del Tratado de Libre Comercio, del cual fue sin duda de los pocos beneficiados de ello en México. Luego, debido a problemas legales, tuvo que mantener un bajo perfil, cambiar el nombre de algunas de sus empresas, y aparentar que era un hombre de negocios menos poderoso e influyente, disminuido. Le ha salido bien el númerito. Nadie sospecharía nada al verlo, solo que se trata de un empresario exitoso. ¿Que tanto? Como digo, es difícil calcularlo.

Algo que hace bien el Patrón es comportarse de forma humilde, como si fuera uno más del resto de nosotros, uno con mucha suerte, dinero, e influencía; uno al que todos llaman patrón, para no olvidar de quién se trata, por más tranquilo y poco ostentoso que se vea. Gamboa es un señor moreno, de complexión algo gruesa, de unos sesenta y tantos años, con una nariz chata, y cubierto de cicatrices de varicela -que a estas alturas y con tanto dinero no piensa eliminar con cirugía-, pero con una voz profunda que dicta ordenes y espera que nadie lo contradiga. Viste sencillo. Pasaría desapercibido en cualquier lugar, si no fuera por que esta rodeado de guaruras y socios. Le gusta estar en contacto con todos los aspectos del negocio; pero por razones obvias no puede estar en todo. Le gusta enterarse; y en cuanto supo que yo era ex-militar, que estuve en la Fuerza Area, y que trabajé en el aeropuerto, quiso conocerme. Se percató de que yo era de fiar, y que sabía hacer un buen trabajo. Desde entonces se mantiene en contacto conmigo; me ha invitado a comer a restaurantes buenos, y hemos intercambiado pláticas muy interesantes.

El patrón me mandó llamar, quiere tratar un asunto muy especial directamente conmigo. Me pidió que no le comentara a nadie, y fuera hasta su casa cerca de Cuernavaca. No conozco a ningún otro compañero trailero al que el mismísimo Patrón cite en su casa para tratar asuntos con el de manera personal. Parecia que mi suerte empezaba a mejorar de alguna forma.

11.22.2008

Capítulo 1-parte 3-.

El aeropuerto estaba lleno de todo, algo debería de tocarme a mi.
Todo entraba y salía. Solo era cuestión de estar alerta, de conocer un poco los manejos; y a determinadas personas.
Por fín estaba haciendo buen dinero. Y hasta era reconocido.
Me daba mis lujos luego de años de carencias y trabajo duro. Ahora era un especialista técnico, un meteorólogo trabajando en uno de los aeropuertos más grandes y conflictivos -por la cantidad de naves en circulación-, el de la cuidad de México. Y hacía mi trabajo con eficiencia,y con una mano en la cintura. Vivía para mi trabajo. Sabía que si me hubiese visto mi padre se habría cagado- y hasta se habría reconciliado conmigo-.

El pasar la mayor parte de mi tiempo en el aeropuerto, y llegar al cuartel solo a dormir- a veces- me permitió más libertad de la que nunca había experimentado. Había un mundo allá afuera, lejos del ejercito. Un mundo donde tu pones tus reglas; donde tu ves por tí, sin un ojo vigilante y castrante. De hecho, en la torre de control tu eres el vigilante, el ojo castrante. Ahí arriba todos te ven; es nuestra chamba. Pronto me di cuenta que existían algunos "listillos" que hacían lo que querían dentro del aeropuerto, aprovechando sus posiciones. Eran cuidadosos y sobornaban a los adecuados. Supe que con un buen plan, y una posterior negociación tendrían que sobornarme a mi también. A un militar. A "los verdes". Me fue fácil inmiscuirme en sus manejos, rápido vi la lana llegar. Me puse las pilas y yo también hacía mis negocitos con pilotos, sobrecargos y aduaneros. Allá arriba es otro pedo, allá en el cielo existe otro territorio, si no tienes alas no lo controlas. Solo algunos empleados podemos vigilar el arribo de esas naves cargadas de gente y mercancías. ¿Y quién vigila al vigilante? Máxime, si el negocio es redondo. No cualquiera entra, eso si. Hay que ponerse al tiro.

También hay que entender que es difícil no ser descubierto. El nível de discreción debe ser importante. Pero al cabo de un rato, cualquiera se entera de algunas cosas. Yo lo sabía. Aceptaba los riesgos que tomaba a diario.

Terminaron expulsandome del Ejercito cuando los de la Fuerza Area vieron que hacía mis business fuera del trabajo militar y obtenía un buen billete por otro lado. Yo ya estaba gozando privilegios,y pues no les pareció a algunos. Me acusaron de no cumplir mis deberes, casi inventan que yo era un desertor-pues a veces debía volar de una ciudad a otra, y por las características de los negocios no podía avisar a mis superiores-. Me les salí del huacal. Fui demasiado ambicioso. Me dieron de baja del Ejercito por insubordinación, y por aprovechar mi investidura militar y posición para hacer malos manejos, o algo; la verdad que les estaba estorbando a los mismos pinches recomendados que se graduaron conmigo. Querían mi puesto, aunque no supieran hacer ni madres; ni con dos de esos gueyes pudieron hacer un Poncho Nájera, no cubrían la chamba.
Pero para que no me les escapara, y me fuera como si nada a trabajar en lo civil, me amonestaron y me prohibieron trabajar en cualquier lugar del ámbito de la meteorología por cinco años. Ni aeropuertos, ni bases, ni nada. Me cortaron las alas. ¡Fue una reverenda mamada!

Me quedé un rato en México -el DF-. Pensando hacer algo de capital para irme al otro lado -E.U.- Empece desde mero abajo, de cargador en el mercado -en la central de abastos-, solo por que se me ocurrió que en un mercado no me iba a morir de hambre -y menos en un mercadote como ese-; es algo que aprendí de morro. Pude haber conseguido algo mucho mejor con mis credenciales y mi nivel, pero me estaba auto-flagelando, poniendome a prueba, demostrando que a mi nadie me tumba, por que yo siempre he estado abajo, vengo desde abajo. Nunca me podrán tumbar si nunca me he subido a ningún pinche lado. Yo sobrevivo, trabajo, no me paro a preguntarme que carajos pasó. Eso es perder tiempo.

En el mercado conocí bien a la chilanga banda. Se puede decir que yo andaba de incógnito, nada más viendo como era la cosa en pleno defectuoso, entre la gente de verdad. Y si esta cabrón, pero no me espanto. Solo hay que aprender a "alburerar" rápido; para defenderse siquiera.

De inmediato notaron que yo no estaba para ser un vil cargador, que me fletaba en todo. En chinga ya estaba yo manejando camiones cargados de frutas o verduras.

Me hice de un nombre como conductor eficiente. Todo se fue dando. Y una ves más salí del hoyo. Es cosa de voluntad.

Un día me mandaron de chalán con un trailero. Me enseñó todo lo básico, algunos tips para la vida en carretera. Y decidí que ahí estaba el trabajo para mí. Este amigo trailero me dio oportunidad de practicar el manejo en tramos largos; el mismo me recomendó cuando vio que estaba listo. Pagué una cuota, pasé varios exámenes, y pude con el paquete.

Aquí estoy ahora, todo un trailero, mucha chamba encima, y siempre cumpliendo con el encargo. ¿Para que quedar mal si de esto vivo?

Capítulo 1 -parte 2-.

En Tijuana entré al Ejercito. Estaba morrillo, pero me aumenté la edad. Compré una acta de nacimiento falsa -con el préstamo de un Tío- , por si alguien preguntaba, y fui a cuartel medio recomendado por un vecino que era soldado. Como necesitaban elementos entré a la tropa. No le saque a la chamba y me afanaba. Pronto los superiores querían mandarme directamente, que les hiciera determinada trabajo especial.Me traían para todos lados. Me di cuenta que todo mundo necesita de alguien que si haga su trabajo bien, y que de hecho vaya más allá del deber; todos quieren desprenderse de sus responsabilidades. Y a todos les gusta mandar, que alguien haga las cosas por ti. Pero no saben que esta actitud es la perdición. Te duermes, te pierdes en tu zona de confort. Te apendejas. Y entonces te chingan. No hay nada como estar alerta. El trabajo constante te mantiene alerta, es como ejercitar el músculo de la voluntad. Además yo no tenia nada que perder, yo siempre fui pobre, y sabía que el trabajo me iba a sacar del hoyo.
Les caí bien en el Ejercito, y alguien me aconsejó que estaría mejor si me enrolaba en la Fuerza Area. Así que me fui a Ensenada, a la base que hay allá.
Darle mantenimiento a los aviones se me hizo más interesante. Y andaba en chinga limpiando maquinas y haciendo de todo, aprendiendo mecánica.
Pronto comprendí que la gente abusa cada que puede. No me quejo. Me ayudaron a aprender la gran lección de la vida: somos unos pinches esclavos, nos tienen agarrados de los huevos. Si te late la lana ya eres esclavo del pinche dinero, y aunque no te guste, ¿sin dinero, como chingados vives?, unos papeluchos mugrientos -a menos que sea un dólar, por que este pinche peso !vale pa pura madre!-. Si te late aquello del amor, ¡verga! ya te esclavizaron para toda la vida. Ya me entienden, no quiero inventar el hilo negro aquí. Solo quiero establecer que, ya que uno no puede salir tan fácilmente de ser un esclavo más en esta tierra, sin más remedio yo he elegido ser esclavo del billete, de la morralla, la pachocha.

Un día voy a juntar tanta lana que voy a poder comprar un trailer. Y entonces sí , voy a tener más pinche dinero en el bolsillo que tu, pinche pata rajada, pinche prangana esclavo de no se que chingados, por que de dinero y business a leguas se nota que no sabes ni madre.

Hoy manejo este trailer, que no es cualquier cosa; llevo una carga de mucha responsabilidad, y cubro un horario que no cualquiera se lo echa. Los patrones ya saben que pedo conmigo. El mismo Patrón ya sabe que onda, que soy de fiar. Y que no salgo con mamadas. Todos los días como carne donde mejor la preparan, en San Luis Potosí, en Hidalgo, en Veracruz o en el DF. Con sus frijolitos y sus totopos.Anque no todo es carne, hay que balancear. Como sano, cada día me hago más fuerte que tú, que se ve que tragas puras chingaderas, y que malcomes.
Por un lado fue bueno que me ¨salieran¨de la Fuerza Aerea. -bueno que me sacaran -. Que no me sacaron. Me largué. Los mande a la verga. Me tenían hasta la madre y no iban a dejar que hiciera buen dinero. Me iban a esclavizar por años.

Después de un tiempo en activo, cuando vieron que era bueno para la estudiada y que hacía méritos, mi General me recomendó para salir de tropa y estudiar. Fui escalando posiciones; hasta que me gané un lugar para ir a estudiar al Colegio del Aire en Zapopan Jalisco, donde conocí a la que fue durante un tiempo mi mujer formal- como pareja, que no esposa, por que nunca nos casamos-. Me pusieron a estudiar meteorología. Me quedó perfecto; de inmediato me sentí a gusto inmerso en cálculos y en medidas, en estudios exhaustivos. Me destaque de los demás estudiantes; ya por entonces me di cuenta que con unas cubas o unas cheves me era más fácil desvelarme para estudiar, para absorber todo lo posible; y a las cinco de la mañana interrumpia mis lecturas, para -soportando la cruda como los grandes- con el sol en la cara hacer todo el númerito del servicio y el colegio.
Me los chingué a todos, iba que volaba para el primer lugar de mi generación; pero me pararon el carro. Me dijeron que ni soñara con primeros lugares, ni con becas, ni con buenos tratos o concesiones, que esos ya eran para los hijos de oficiales del Ejercito.Gente de tradición y amplia trayectoria en el medio. Que yo no era ni una mierda. Que ni familia tenía; que no se me olvidara que yo procedía de la tropa, y que aquí hay rangos y niveles. Hice mi coraje, y dejé de esforzarme tanto. Acabé los estudios de a pechito, me gradúe con las calificaciones que salieran, me daba igual.

Ya no estaba cazando las mejores calificaciones, ¿para que? si ya me habían advertido acerca de como iba a estar la situación. Aprendía lo que quería. Ahora no solo estudiaba sobre Meteorología. Me clavé en otras disciplinas. El calculo, los principios de la mecánica, la física -que, no creas, sirve mucho en esto de la manejada de camiones-, la fascinante y práctica química. La escuelita me valía madres; solo me interesaba exprimirles lo posible.

Graduado y toda la cosa, me mandaron a trabajar en el aeropuerto de aquí de México
-el DF pués-, en la torre de control, apoyando tanto a naves civiles como a militares. Estuve apoyando naves del Estado Mayor, de Presidencia; rápido fui reconocido por la gente civil de ahí ¿los militares? No, pues pinches envidiosos nunca reconocen nada, solo están para chingarte aunque no te equivoques; o te chingan para que te equivoques -aunque hay de todo, también hay camaradas y gente derecha-. Al ver este trato muchos amigos -ingenieros, meteorólogos- me recomendaban que me saliera del Ejercito, que yo podría hacer más lana en el ámbito civil. Lo que no sabían es que esta cabrón salirse.

11.21.2008

Capítulo 1-parte 1-.Además de beber, suelo dedicarme a otras cosas.

Además de beber, suelo dedicarme a otras cosas. Casi cualquier cosa es posible: carpintero, cargador -de los buenos-, transportista. En realidad soy meteorólogo y ex- militar. Pero el trabajo ha estado escaso a causa de mi baja supuestamente deshonrosa. De todas formas nunca me acomodé al ejercito. En realidad aguanto el trabajo pesado y monótono, pero no soy lo que se diría del tipo “Si señor”; puedo seguir ordenes inteligentes, pero estas son casi siempre escasas. No puedo dejar mis huevos en la puerta del cuartel; no puedo dejar mis huevos en ninguna parte. Lo único que pido es poder tener mis huevos en su lugar. ¿Es pedir mucho?

Era bueno en mi chamba, por que me gusta hacer las cosas bien, y estudiar mientras bebo ; es para mí la mejor forma de estudiar, y una buena forma de pasar el tiempo mientras bebes -como hay tantas y respetables formas-, tu solo y tu mente, y los libros. El saber, el aprender, es como una lucha, como una riña donde nadie sale navajeado y chorreando sangre. Una pelea interna si quieren. Trabajo y estudio más que cualquiera ¿y que si estoy bebiendo en horas de servicio, si hago mi trabajo? Lo aprendí de los profesionales, de los grandes, gente que es como una maquina, que siguen lo procedimientos, que sacan el trabajo;pero que necesitan un poco de gasolina para que el motor no truene, un pequeño incentivo.

No soy un asqueroso cerdo; nunca. Nunca me trague la mierda del ejercito, la ley de la humillación y de la fuerza. Es fácil tragarse eso de que eres parte de una gran maquinaria de guerra, de una institución intachabe que te permite mancharte si quieres, y que te entrena para sentir que estas por arriba de los civiles. Mejor dicho, sería fácil tragarse ese rollo -ese coco wash- si no tienes un poco de cerebro y criterio, cultura y conocimiento. Y como les digo, no voy por la vida de sabihondo ni de listillo; solo me gusta estudiar mientras bebo, es lo que más disfruto. Puedo ser una mierda, pero soy una mierda que estudia todas las noches y trabaja todos los días sin descanso, y un día seré una mierda con más dinero en sus bolsillos que tu. Por que yo nunca paro, yo nunca tomo vacaciones -viajar es mi trabajo-, yo nunca dejo de aprender. Soy una mierda humana que crece y conoce cada vez más, que no esta atado a nadie, que no tiene que provar nada, que maneja un trailer con prudencia y oficio, y a buena velocidad, cargado; y yo no me detengo, ni me distraigo por mucho tiempo. Por que en el fondo lo hago mecánicamente, sin mucho aprecio por mi vida, como un guerrero kamikaze en un trailer.

Lo de el ejercito era mi única opción, digamos que mi padre me dijo que no se iba a hacer responsable de mi por más tiempo, que yo ya no era un niño, y que podía largarme ya. Me dolió ver que mi propia familia no daba un carajo por mi; como no me va a doler. Pero ellos sabían que yo era orgulloso; y que en el fondo era tan hijo de puta como cualquiera de ellos. Mi única opción en ese momento era entrar al chingado ejercito, o morirme en la calle -esta bien, dramatice un poco, no me hubiera muerto en la calle, habría sobrevivido por que soy de Tijuana, pero ustedes me entienden-.